Hoy todas las miradas estarán puestas en Melchor, Gaspar y Baltasar. Pero el cortejo no sería posible sin el trabajo de los voluntarios
Son unos 50: hombres y mujeres con alma de niños. Esta noche serán invisibles: estarán mezclados entre el resto de nazarenos. Solo ellos saben que sin su esfuerzo y su ilusión el grandioso cortejo de la Cabalgata de Dos Hermanas no existiría. “El día 5 me pondré más ancho que largo cuando vea las carrozas en la calle”, dice Antonio. “Ver la carita de ilusión de los niños no tiene precio”, señala Ani.
Una gran familia de voluntarios
Salvo algunos empleados que aporta el Ayuntamiento, la mayoría son voluntarios: electricistas, carpinteros, herreros, costureras… Roban horas a sus vidas personales para levantar (de un montón de corcho, papel metalizado, madera, celofán y metacrilato) cada una de las 20 carrozas. “Nunca se sabe quién va a entrar por la puerta el martes después del Valme, que es cuando empezamos el montaje”, confiesa Pepe Silvestre, que suma 37 años como voluntario y más de 20 como responsable de la nave: “Esto es voluntario, pero tiene una magia que engancha. Aquí hay familias completas trabajando”. José María es uno de los “enganchaos”. Lleva levantado desde las 3 de la mañana: “No me pesa venir, me gusta que los niños y abuelos disfruten viéndola”.
Por la nave se acercan a saludar incluso los que ya no pueden colaborar por la edad. “El otro día vino Domingo Gata, que ya está demasiado mayor, y al hombre se le saltaban las lágrimas por no poder ayudar”, dice Pepe, que tira de sus recuerdos: “Al principio éramos ocho personas para las 14 o 15 carrozas que salían. Me iba a los derribos a coger madera y a desclavar puntillas que después reutilizábamos”. “Con el factor humano que hay hoy podríamos sacar más carrozas. El problema es que no hay espacio para más”.
“Lo que más me ha gustado siempre es trabajar en equipo”, señala el incombustible Paco Anguita, que recuerda cómo, un 2 de enero de 1965, tras estar la Cabalgata desaparecida unos años, lo llamó el entonces alcalde, Antonio Muñoz Rivero, para que montara un cortejo en tres días. “Le echamos imaginación, cogimos un techo de Valme al revés y ahí pusimos a la Estrella”, recuerda. Tampoco olvidan cuando los Reyes salían de un antiguo cine de verano en Real Utrera: “La puerta era muy pequeña, así que cada año derribábamos la pared lateral del local para que las carrozas pudierán salir por la cancela de al lado. Y al acabar, se levantaba de nuevo el muro. Así estuvimos varios años”.
Paco tiene relevo. Junto a él diseña las carrozas Diego Gómez, licenciado en Bellas Artes que echó aquí los dientes con su padre, también voluntario. Me va señalando, una a una, las novedades: “Mira, esas notas musicales con luces LED. Desde lejos parecen que van volando”. Mientras hablan, todo bulle alrededor: siguen colocando piezas, lijando, cortando, pintando sin parar. Todo tiene que ser espectacular el día 5. La Cabalgata de Dos Hermanas, una de las más majestuosas de Andalucía, está a punto de salir. Y todo es gracias a ellos. ¡¡Este abrazo para vosotros!!