Tenemos que tener una infinita confianza en la protección de Dios, de la Virgen de Valme, Santa Ana y San Sebastián
Me disponía, esta semana, a escribir dos artículos sobre un destacado vecino y concejal de nuestro ayuntamiento como fue Íñigo Afán de Ribera Ybarra, sobrino de esa gran amiga que fue Concha Ybarra Ybarra, que tan gran benefactora fue de nuestro pueblo. Pero las circunstancias, tan trágicas y, a la vez, tan esperanzadoras, me han hecho mudar de opinión. El país, esa España que tanto nos duele, está amenazada por una malhadada enfermedad que aflige a los pueblos, a los campos y, en fin, a los hombres. Parece ser que ha llegado a Dos Hermanas.
Nuestras calles se encuentran vacías, nuestras iglesias desiertas. En Santa María Magdalena la misa se dice retransmitida y, los fieles la escuchan por la televisión. Paradójicamente, la oyen más de los que solemos ir a la misa de diario. Es un fenómeno normal. El pueblo, angustiado por la situación que se vive, vuelve sus ojos hacia el Creador. Ha sido siempre así. Y, Dios, Padre Misericordioso, quiere que así sea.
Que nadie piense que es un castigo divino. Ciertamente nuestros pecados son muchos –que cada uno examine su conciencia- y llegan al cielo. Pero, Dios lo único que hace es dejar correr su curso a la Naturaleza, esa Naturaleza que hemos estropeado con nuestras manipulaciones sin cuento, intentando enmendarle la plana a Él. Después está la técnica, esa Informática que tanto nos deshumaniza. Esa Informática donde no cabe duda que está la mano de Dios pero donde también está la mano del Maligno. Yo, confieso que no me muevo bien por este mundo y lo paso horriblemente en él. Es una de mis cruces. Tengo que echar mano a muchas ayudas y, ni aún así. Lo paso mal. Envidio a los que se mueven con holgura entre contraseñas, observaciones, notificaciones, wi-fi, ajustes, google, pero yo voy a lo preciso y, repito, aún así, me pierdo. Con todo esto han deshumanizado al hombre y lo malo es que estamos tan tranquilos.
Pero dejó mis cuitas y mis consejas y quiero ir al grano. Yo no creo que esta epidemia se extienda demasiado. La verdad es que no lo sé. Llegará un momento en que pare y vuelva la calma. Pasará como ha pasado en Vera-Cruz que después de la tormenta de los cuatrocientos setenta y cinco años en que ha habido conflictos o en Amor y Sacrificio o en Cautivo, donde también han existido –y no quiero entrar en detalles- ha llegado en las tres hermandades la paz, la paz que trae Cristo –que viene no sólo a traer la paz sino la guerra- pero que, no lo olvidemos, es el Príncipe de la Paz.
Y quiero analizar un poco el estado de la Religión en nuestro pueblo. Es complicado. Es un pueblo muy creyente. No me cabe duda. Es, ante todo y sobre todo, muy católico. Tiene un núcleo duro, ese resto de Israel, que va todos los domingos a misa en todas las parroquias sea la Matriz de Santa María Magdalena o las otras y, los otros católicos que participan en los sacramentos y viven fervientemente la Religiosidad Popular, tan arraigada entre nosotros y que tiene tantos valores y virtudes. Es, por supuesto, los católicos, el grupo de nazarenos con el que más me identifico pues soy católico, apostólico y romano.
Después quiero citar a los Testigos de Jehová, tan esforzados, con una creencia errónea pues son arrianos –creen que Jesús es hijo de Dios pero no es Dios-pero de los que es de admirar su tesón. Dan además muy buenos alumnos, piadosos, sensatos y, en general, buenos estudiantes.
Seguirían los evangélicos de diversas denominaciones, entre los que tengo que citar los de la Iglesia de Filadelfia, vulgo Aleluyas, tan extendidos entre los gitanos, a cuyo pastor me encantaría conocer pues, como dice una alumna mía, es un ‘gitano muy serio’. Creo que echaría buenos ratos con este que creo que es un excelente pastor por todo lo que me dicen. Pero, hay muchos otros evangélicos en Dos Hermanas.
Después estarían los mormones, Iglesia tan benemérita, y que tanto ha hecho con los cuáqueros por la promoción de los pueblos, aunque sus ideas no son extrañas, sino extrañísimas a los ojos de un católico como yo.
Por último entre nosotros está establecido el Islam. Desde aquí les digo ‘Salam Malecum’ a los musulmanes que nos leen. Es una colonia numerosa y algunos están muy integrados. También están los orientales con todas sus religiones como el Budismo, el Taoísmo, el Sintoísmo. Yo no puedo hacer aquí estadísticas pero presupongo que de todo hay en Dos Hermanas. Me gustaría, desde luego que aquí estuviera el Dalai Lama, mi admirado Tenzin Gyatso, la persona que más respeto en el mundo después de los dos papas Benedicto XVI y Francisco, para hablar del Budismo. Si puedo decir que, entre los negros, los hay católicos y evangélicos y, supongo, que los habrá musulmanes.
Y he querido nombrar a todas las religiones por una razón muy sencilla. A todos, los quiero poner a los pies de la que todo lo puede. No hace falta ser un adivino para saber en quién estoy pensando. Se trata de la Virgen de Valme, de la Guebirah mesiánica. Saben que en la lógica de mi discurso, a lo largo de los años, esta palabra hebrea ha salido a colación en muchas ocasiones. Conocí y mucho al Padre Antonio García del Moral, dominico, gloria insigne de la Provincia Bética de la Orden de Predicadores y él, sostuvo la idea, de que María era la reina Madre del Nuevo Israel, la Iglesia, que intercedía –como hacía la reina madre con el rey en el antiguo Israel- ante su hijo por el pueblo.
Ella, en nuestro pueblo venerada sobre todo con el dulce nombre de Valme –aunque también con muchas otras advocaciones- ruega a su Hijo, Jesús, por nuestro pueblo, por esta Dos Hermanas, que pasa por tan difíciles momentos.
Pero, para ello, tenemos que dirigirnos a Ella con un corazón contrito y humillado, que, ya sabemos, que su Hijo no lo desprecia. Tenemos que tener, en estos difíciles momentos, las cuatro virtudes cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza y, sobre todo, las tres teologales: Fe, Esperanza y Caridad. Fe en Dios en que Él nos va a ayudar, Esperanza en Dios en que todo va a pasar y Caridad, Amor a ese Dios que no quiere que suframos lo más mínimo. Todo irá bien y María, la Guebirah, alzará, como hace siempre, las peticiones a su Hijo que está en el Trono celestial al lado del Padre y del Espíritu Santo. No nos quepa la menor duda. Ese es su papel y, la Virgen, lo hace de mil amores como Madre que nos quiere y nos cuida con un Amor sin límites.
Pero, no sólo debemos implorar a María, también tenemos en Dos Hermanas a su Bendita Madre, a Santa Ana Santísima, Madre de María Sacratísima, como dicen piadosamente en el Rosario nuestras mujeres –y me parece estar oyendo a Valme Carballido Macías y a Anita Salguero López, ambas de feliz memoria-. La Santa es nuestra celestial Patrona, la Virgen, nuestra protectora, y patrona de nuestro Excelentísimo Ayuntamiento. El nombre de las dos hermanas, que encontraron la imagen o que se relacionan con ella, no se sabe si es Elvira y Estefanía o Teodora y Ángela o Ángeles.
Para mí que es como decía el ilustre canónigo don Ambrosio José de la Cuesta y Saavedra, siguiendo al licenciado don Juan Ponce de León y se llamaban María y Ana. Este creo que es el nombre verdadero que exhumó mi amigo Salvador Hernández González. ¿Quiénes eran? Piensen ustedes. Lo cierto es que, en estos duros momentos, tenemos que ponernos bajo el patrocinio también de la Santa. Debemos pedirle, como dice el himno, su ayuda y su protección. También tenemos, como no, el auxilio del glorioso San José y el bienaventurado San Joaquín. No olvidemos a los esposos.
Pero queda San Sebastián, nuestro patrón oficioso que no oficial. Nuestros mayores decían que lo era. Lo afirmaban rotundamente y, es cierto, que se decían misas en su honor como hemos sacado de los libros parroquiales. Junto con San Roque, venerado en la Capilla de Santa Ana, se le invocaba contra la peste. El Coronavirus no es una peste pero, se le asemeja, en cuanto que trae la desolación a los campos, a las ciudades, en definitiva, a los hombres. Roguémosle también al santo mártir, que cayó bajo la persecución de Diocleciano, en manos del coemperador Maximiano, que nos proteja de esta pandemia. Él nos ayudara intercediendo ante el Creador.
En fin, puede que lo que estemos viviendo sea el fin de los tiempos, el Apocalipsis, hay señales que lo indican pero no se puede tener claro hasta el último momento. Si es así, espero que toda Dos Hermanas, está Dos Hermanas que se está volcando hacía dentro con su religiosidad más acendrada, sea invitada al banquete de bodas del Cordero.