1901
Tras calificar “El País” de “negreras” las condiciones de trabajo, se anuncia la visita de sindicalistas vascos
Este comienzo de siglo XX apunta a ser conflictivo laboralmente en Dos Hermanas, donde se reproduce, a pequeña escala, el ácido enfrentamiento entre las dos grandes corrientes ideológicas de España: católicos y liberales. La existencia en nuestro pueblo, desde 1882, de la fábrica de tejidos de yute de Manuel Juan Alpériz, que emplea a cientos de obreros nazarenos, ha motivado que, desde las filas liberales, examinen con lupa las condiciones de trabajo de los obreros de la factoría.
Desde que, en 1890, se incorporó la luz eléctrica a la fábrica, ampliándose los turnos de trabajo incluso a las horas nocturnas, han aumentado las denuncias en los periódicos de corte liberal. La última polémica llegó hasta la portada del diario “El País” (con una tirada nacional de más de 47.000 ejemplares) donde hace un año, concretamente el 24 de marzo de 1900, un artículo titulado “La Caridad Ultramontana o la Sociología clerical” denunciaba prácticas “negreras” en la fábrica de Alpériz, al que acusan de “ultramontano” o carlista. Entre otros asuntos, se asegura que las jornadas de trabajo dan comienzo a las seis de la mañana y se prolongan hasta las ocho de la tarde con un descanso a las nueve de la mañana de solo 15 minutos (de los cuales cinco se invierten en “rezar el rosario”), una hora a las doce para ir a almorzar, y otro pequeño respiro a las cinco para merendar. “¡Ah! Y que no le vean a uno leyendo un papel que parezca siquiera liberal, porque le despiden y se arreglan de modo que no halle trabajo en parte alguna”, señala “El País”.
Mano de obra infantil
El uso de mano de obra infantil, gran caballo de batalla de los liberales, es otro de los “pecados” cometidos por la fábrica de yute. Se asegura que con los niños y niñas la empresa se ahorra dinero, ya que les pagan de 10 a 30 céntimos de jornal, por dos pesetas los hombres y de uno a tres reales las mujeres. “Son un ejemplo vivo y patente de lo que puede dar la sociología del Vaticano”, concluye el artículo.
La repercusión de esta información a nivel nacional, así como otras en las que se califica a los fabricantes de Dos Hermanas de “vampiros” y “negreros que tratan en carne y sangre de blancos”, ha provocado el anuncio de una visita, próximamente, de una representación de la AIT (Asociación Internacional del Trabajo) de Bilbao para revisar las condiciones de trabajo en los talleres.
Alpériz, que está delicado de salud y dedica mucho tiempo a encontrar alivio en balnearios franceses, no ha contestado a estas informaciones, aunque desde la prensa católica (como el diario “Siglo Futuro”) y desde el propio Ayuntamiento (con el alcalde carlista Manuel Rodríguez al frente) se le defiende con vehemencia.
El imperio de los sacos: de Dos Hermanas al resto del mundo
Aunque el negocio textil de los Alpériz se inició en Sevilla en 1872 con un comercio de cordelería en calle Lineros, no sería hasta diez años después, en 1882, cuando este empresario, nieto de italianos, construye en el “Hoyo del Negro” la fábrica de tejidos de yute en Dos Hermanas, de la que vemos aquí un grabado del membrete de una factura de 1892.
Nacido en Sevilla en 1841, Manuel Juan Alpériz Bustamante se dedicó desde joven al comercio, siguiendo los pasos de su padre, Manuel Alpériz Ruiz, de oficio talabartero, quien en torno a 1860 abrió en Sevilla (calle Dados) una pequeña fábrica de tejidos.
Manuel Juan está casado con Juana González Morales, dama sevillana ocho años más joven que él con quien reside en la sevillana plaza de San Fernando. Aunque no tienen hijos, depositan toda su confianza en sus sobrinos Manuel, José y Rosario, con quienes pasan largas temporadas en su casa recreo de Dos Hermanas, aledaña a la fábrica.
La fábrica de yute, de gran renombre internacional, es el centro de un imperio textil que fabrica millones de sacos y los exporta vía ferrocarril desde Dos Hermanas al resto de España y del mundo.