Por el May Flay, temido por sus rivales y formado por integrantes de los barrios de Ibarburu y Costa del Sol, han pasado más de mil jugadores
Han transcurrido cuatro décadas desde aquella temporada 1983-84 en la que varios amigos del barrio de Ibarburu decidieran inscribirse en la Liga Local de Fútbol Sala. Sus fundadores no sabían entonces que se convertirían en un mito local de este deporte y que por sus filas pasarían más de mil jugadores. A día de hoy, los “May Flay” son el equipo más veterano de fútbol sala de Dos Hermanas.
Para saber cual ha sido el secreto de su supervivencia, me cito en el bar del Estadio Manuel Utrilla con Pedro Maldonado (presidente del club desde hace 40 años) y Juan Domínguez Coto “El Castañero”. Junto a Juan Jurado Durán “El Adoquín”, Manuel Rodríguez Pérez “El Carabina”, Salvador Lao Acosta “El Mono” y Arsenio Rodríguez Alanís fueron los fundadores del club. Ambos coinciden en que el secreto de la continuidad de los “May Flay” ha sido la perseverancia inquebrantable de la directiva por mantenerlo a flote y “sacar cada año 500 euros hasta debajo de las piedras para pagar una equipación”.
¿Por qué no probar?
Los inicios del equipo estuvieron en el fútbol: “Jugábamos al fútbol con un equipo llamado Malasia, que era el nombre de un pub de la barriada de la Costa del Sol”, relata Pedro. “Disputábamos amistosos en el campo de tierra colorá de La Jarana, pero hasta Los Canasteros nos ganaban. Como nos goleaban todos los rivales, y ya hacía unos años que había arrancado la liga de fútbol sala, decidimos apuntarnos para ver si ahí éramos mejores”.
Nombre de cigarrito
Pero antes hubo que decidir un nombre para el equipo. Lo explica así “El Castañero”: “Estábamos en mi piso decidiendo un nombre. El Adoquín y El Carabina propusieron que se llamara “Los Intocables”. Y en ese momento, dijo uno: “Hazte un may”. Y nos gustó. May Flay es un cigarrito”.
“Una vez, diez años después, tuvimos problemas con el nombre. El Patronato quería que nos lo cambiáramos porque decían que era agresivo, que significaba algo violento en inglés. Y dijimos que como nos quitaran el nombre, nos íbamos”.
No solo no se fueron, sino que, tras debutar en 2ª División y ascender en 1988 a Primera, año tras año se fueron reforzando y consolidando como un equipo competitivo y temible. Sus partidos en el polideportivo municipal con otros históricos del fútbol sala nazareno como Las Tres Jotas, Eire 501, Motorama, Panificadora Benítez, Supercinco o Envases Carnaud permanecen grabados en el recuerdo de los amantes de este deporte tan consolidado en Dos Hermanas. “Los rivales siempre estaban asustados con nosotros, no solo por nuestra pinta. Es que éramos un equipo luchador”.
May Flay se proclamó campeón de la División de Honor en la 2005-06 y ganó cuatro veces la liga de 1ª División cuando esta era la máxima categoría. También pasaron por rachas de descensos y ascensos y un año hasta se retiraron en la segunda vuelta. En sus vitrinas se acumulan, además de las ligas ganadas, muchos “Torneos 24 horas” y “Copas Primavera”: “Lástima que un día todos los trofeos y las fotos se quemaron derretidos en un incendio que hubo en mi casa”, lamenta “El Castañero”.
El club llegó a disponer de tal cantera de jugadores que inscribió un segundo equipo (“May Fly Light”) y a otro de veteranos que ha ganado muchas veces la liga en su categoría.
En estos 40 años han sido mucho los jugadores emblemáticos que han pasado por el May Flay. Me piden que reseñe los nombres de Luismi “El Moñi”, Ramón, Juanjo, Arsenio, Juan Carlos Ferrera “Bola”, Salva “El Mono”, David Hidalgo (no quien escribe, sino un tocayo), Tornay, Antonio “Breva”, Biri, o Antonio Muñoz. Entre los entrenadores, el primero (ya fallecido) fue José Luis Barbero y le siguieron, entre otros, Juanjo Romero, Adoquín, Pana, Pepe Seda, Castañero y Manuel Domínguez. Este último se mantuvo en el banquillo más de diez años.
Un largo anecdotario
Las anécdotas se acumulan dentro y fuera del terreno de juego: “En los torneos de 24 horas pasábamos la noche en el Bar de Pepe el Cojo en la Costa del Sol, que era nuestro patrocinador. Entre partido y partido íbamos allí a descansar y nos quedábamos dormidos sobre las mesas de billar”, recuerda Pedro. “May Flay ha funcionado siempre como una gan familia. Al terminar los partidos, nos íbamos a tomar una copita a El Llano”. Coto recuerda un momento épico: “En el Torneo de 36 horas de Vistazul la final fue un derbi entre equipos de Ibarburu, nosotros contra Panificadora Benítez. ¡Había mucho pique! El mejor de los nuestros, Luismi, estaba en el banquillo, lesionado. Ibamos perdiendo 2-0. A los diez minutos de partido Luismi me pidió una venda, se la puso en el tobillo y salió. Y de ir perdiendo 2-0 ganamos 2-3”.
Desde aquí nuestro homenaje al club decano y a todas las personas que fomentaron los valores del deporte en nuestra ciudad.