Miguel Gil Pachón ha destacado por su compromiso eclesial en la Dos Hermanas contemporánea
Podría escribir mucho de Miguel Gil Pachón, muchos artículos, muchísimos, pero caería en lo repetitivo, sobre todo porque del personaje ha escrito un magnífico artículo titulado “Miguel Gil Pachón, 90 años de servicio y entrega al servicio del bien común” su nieto Hugo Santos Gil y publicado en la revista de fiestas -hoy llamada revista cultural- del pasado año de 2020- y al que remito para saber del personaje. Por tanto, en este trabajo, aparte de proporcionar datos, intentaré dar mi visión del personaje.
Nació en Sevilla el 14 de febrero de 1930, siendo bautizado en la Parroquia de Santa María Magdalena a los pies del Santísimo Cristo del Calvario. Fue el primero de los hijos del matrimonio formado por Miguel Gil Ruiz y Concepción Pachón Gil. Su padre y su abuela materna eran primos hermanos, así que sus progenitores estaban emparentados, de forma que Miguel era tío segundo de Concepción. La familia procedía del bellísimo y muy devoto pueblo, donde tuve la suerte de vivir, de Villamartín: Francisco Gil Morales, su bisabuelo materno era hermano de Ildefonso, su abuelo paterno. Y viene ahora lo más importante y lo que más me llama la atención: lo levítica que era la familia. Contaba con tres sacerdotes: un hermano de la abuela Carmen, don Jerónimo Gil Álvarez –administrador del hospital de los Venerables, capellán real de San Fernando y presidente de la Comisión de cofradías de Sevilla- y ambos, a su vez, eran primos de los canónigos don Juan María Álvarez Troya, secretario de cámara y gobierno, y Jerónimo Álvarez Troya, provisor y vicario general, durante el pontificado del Cardenal Beato Marcelo Spínola y Maestre. Miguel después tuvo un hermano sacerdote, José María. Y me llama la atención porque su familia era levítica como la mía pues tanto en casa de mi padre como de mi madre ha habido muchos sacerdotes, monjas y consagrados de todo tipo. Y quiero decir con esto que, con estos antecedentes, Miguel no era raro que saliera un hombre tan de Iglesia.
Y fue eso lo que fue Miguel un hombre de Iglesia. Fue un hombre de Acción Católica de la que tanto lamentó su decadencia, de la Adoración Nocturna, de cofradías, etc.
Era un hombre de cofradías pero no era un capillita al uso. Vamos, que a mí que soy un hartible, no se parecía. Él, más bien, era un capillita moderado que sin alharacas supo desempeñar los diversos oficios que tuvo en las hermandades.
Estaba especialmente vinculado a su querida hermandad de la Borriquita, en cuya mesa desempeñó diversos cargos (consiliario, teniente de hermano mayor), después de haber sido su primer hermano mayor tras la reorganización en 1959, que llevó a cabo junto a su gran amigo el periodista José María Gómez Sánchez. A raíz de esta reorganización quedó erigida canónicamente, añadiendo la imagen titular de Nuestra Señora de la Estrella, cuya imagen encargaron a Manuel Pineda Calderón.
Siendo un niño y un joven formó parte de la hermandad del Prendimiento de Jerez -el famoso “Prendi”- y de las sevillanas del Calvario y de la Candelaria. En nuestro pueblo, además ha pertenecido a la junta de gobierno de Valme en dos etapas y a la del Rocío en el mandato de José Manuel Muñiz Orellana.
También hay que destacar su faceta de pregonero. Yo, como muchísimos, procuro poner cuidado en este género porque te arriesgas a que salga de tu mente una pieza literaria que no guste al público, siempre crítico con el pregón. Y Miguel pronunció varios: la exaltación de la Navidad en Dos Hermanas en 1985, los de Semana Santa de Dos Hermanas de 1988, de Fuentes de Andalucía de 1992 y de Coria del Río de 1993, el de la Cabalgata de Reyes de nuestro pueblo en 1993 y el de la romería de Valme de 1997.
Sólo puedo decir que los pregones de nuestro personaje fueron buenos y que yo, que me gusta oír las buenas piezas de este género, pasé un buen rato con ellos.
Todos estos datos muestran la faceta cofradiera de Miguel, grande e intensa. Pero en él predomina una faceta eclesial más extensa que la cofradiera. Era más un hombre de Iglesia que un cofrade. Y me gustaría decir que se me viene a mi mente los tiempos que conocí en la Parroquia de don José María Ballesteros Bornes, don Valeriano Carrero Carmona y don Juan Manuel García-Junco Caballero, tiempos que fueron de esplendor para la parroquia en los cuales mucha gente venían a la misa vespertina. Desaparecida en gran parte esa generación de fieles que frecuentaban la misa diaria, bajo un nuevo pastor como es don Manuel Sánchez de Heredia parece ser que se está recuperando la misa de 8 y un buen número de fieles acude a la de 10.30 horas,
También, me gustaría hablar un poco de ese gran legado que ha sido para Dos Hermanas, la Iglesia de Sevilla y la Iglesia en general que es la Coral Regina Coeli (1997), verdadero prodigio de voces que Miguel durante mucho tiempo se encargó de formar. Viene a mi memoria nuestro arzobispo dimisionario don Juan José Asenjo Pelegrina, dando las gracias a la coral por cómo ayuda a solemnizar la función de Nuestra Insigne Protectora la Virgen de Valme. Y todo ello, en gran parte, se lo debemos a Miguel que, también dirigió la Coral Polifónica del Santo Cristo de la Vera-Cruz (1988-1996) y la Escolanía Nuestra Señora de Valme (1943). Cómo no recordar, por otro lado, la imagen que está en la mente de todos de Miguel tocando el órgano en Santa María Magdalena de manera altruista. Empezó en 1949, colaborando con el entonces organista el director de la banda de música Antonio José Fernández Mejías y la última vez que lo hizo fue en 2018 en el traslado de la Virgen de Valme en el altar mayor.
Igualmente, me gustaría decir que los trabajos tienen su recompensa y Miguel tenía la Medalla de Plata al Merito en el Trabajo (1977), la Medalla de Plata de la Previsión, la Cruz de la Orden de Cisneros, la Medalla de la Cruz Roja Española y la Cruz Pro Ecclesia et Pontifice.
En cuanto a su familia hay que decir que tuvo tres hermanos: José María, Juan María y Jerónimo. La familia vivió en Jerez de la Frontera (Cádiz) donde estudió en los Marianistas y fue monaguillo en la Parroquia de Santiago. Después pasó a Sevilla, donde Miguel estudió en los Jesuitas de Villasis. Casó en Dos Hermanas con Lola Díaz Núñez, hija de José Díaz Gómez y Lola Núñez Olmedo. El matrimonio ha tenido cinco hijos: María Dolores, Miguel Ángel, Concepción, Esperanza y María José.
E, igualmente, me llama la atención la labor que como funcionario ha hecho por los más necesitados. Fue nombrado Delegado Sindical Comarcal de Dos Hermanas en octubre de 1966, ejerciendo como subjefe de Asuntos Generales de la Delegación de Mutualidades Laborales y director-administrador del primer Hogar del Pensionista de Sevilla, desde su creación en octubre de 1971 hasta diciembre de 1974. Después ocupó diversos cargos. Remito a la citada revista de fiestas a quien quiera conocerlos. Pero es muy importante saber que, con su labor, logró la apertura de hogares y residencias del pensionista tanto en Sevilla como provincia, incluida Dos Hermanas. En total fueron dos residencias de la tercera edad, diez hogares del pensionista y doce clubes de ancianos.
De igual manera, fue concejal del Ayuntamiento de Dos Hermanas por el tercio familiar lo que, con sus propias palabras, le facilitó ayudar a los más desfavorecidos.
Para acabar, y dadas las fechas en que nos encontramos, diremos que se hizo hermano de la Virgen en 1950 por intermedio de Fernando Gómez García –un Chamorro- y uno de sus grandes amigos. Fue miembro, como se ha dicho, varias veces de la junta la última vez con José María Gómez Alonso (1999-2002) como Diputado de Relaciones Públicas y Protocolo. Participó también en el servicio de protocolo el día de la Coronación junto con Mauricio Domínguez Adame.
Pero en fin, lo verdaderamente importante era su piedad dirigida a María, piedad cristocéntrica, dirigida al que está en el Sagrario, pero acompañada de la mariocéntrica, de la que está en el Sagrario y en tantísimos recovecos de nuestra parroquia, la de Miguel que ya disfruta de Él y de Ella en las alturas.
NOTA
Habré escrito en innumerables ocasiones que la Virgen del Carmen es la segunda gran devoción mariana de Dos Hermanas. Muchas veces. Pues bien, la semana pasada se me olvidó nombrarla entre las advocaciones de gloria. Fue un gran despiste que aquí subsano diciendo que, después de la Señora de Cuarto, la Reina del Monte Carmelo es la segunda gran devoción mariana de esta Dos Hermanas devota y romera. Agradezco desde aquí a Antonio Luis Márquez Tobajas por no hacerme caer en el olvido.