Oksana vive en un piso que le han cedido en La Moneda, está recibiendo ayuda de diferentes entidades pero busca trabajo para poder subsistir
Una maleta en la que pudo meter algo de ropa, agua y comida como galletas es lo único que ha conseguido traer consigo Oksana Svitlychna.
Es ucraniana y ha llegado a Dos Hermanas hace un par de semanas. Consiguió huir de la guerra con su hija de 16 años, Antonina. Abandonó su casa y su clínica veterinaria para mantenerse a salvo.
Tras 15 kilómetros andando por la carretera consiguieron subirse a un tren que las sacó del país.
Una decisión muy dura que tomó cuando las tropas rusas comenzaron a cercar la ciudad en la que vivía, Lebedin en la región de Sumskaya.
El día 24 de febrero se empezaron a escuchar las primeras explosiones en Ucrania cerca de Kiev. Ese primer día Oksana y su hija durmieron en el pasillo de la casa, alejadas de las ventanas.
El cerco del ejército ruso hizo tomar a Oksana una de las decisiones más difíciles de su vida. Dejarlo todo y huir.
«No había ni autobuses, ni nada, todo estaba parado», nos cuenta Oksana gracias a la traducción de su prima, Elena Kubedinova, que reside en Dos Hermanas desde hace 12 años.
«Tuvimos suerte al subir a ese tren», explica. Un tren blindado con destino Polonia que tardó tres días en llegar.
Una vez en Polonia les ofrecieron una habitación en casa de una familia polaca donde permanecieron una semana hasta encontrar a alguien que las pudiera traer a España.
«Con mucha suerte encontraron a dos voluntarios que habían llevado comida a Polonia y de vuelta para España se llevaban refugiados», nos comenta Elena.
Oksana comentó que su prima vivía en España. Tras tres días de viaje llegaron a Guadalajara. Se trasladaron a Madrid, ya como refugiada, llegó en tren a la estación de Santa Justa donde la recogió su prima Elena.
Elena habló con un vecino que tenía un piso vacío en su mismo bloque, en la barriada de La Moneda, y éste se lo ha cedido.
Gracias al grupo de ayuda al Tercer Mundo y personas refugiadas de la parroquia de El Rocío ha conseguido algunos muebles.
Elena y su marido le están ayudando en todo lo que pueden. Han contactado con Cáritas, con Asuntos Sociales, con Cruz Roja… para buscar recursos para pagar el agua, la luz, comida…
Ha dejado atrás su casa, su trabajo, su clínica veterinaria, sus cosas, su rutina…, explica Elena.
Un trabajo para Oksana
Lo que más urge en estos momentos es conseguir un trabajo para Oksana para que ella tenga sus propios recursos y su rutina. El idioma juega en contra. Ella es veterinaria aunque se adaptará a cualquier otra labor.
Su hija ya está dando clases de español y está escolarizada en el IES Ibn Jaldún de la ciudad.
Al mismo tiempo han arreglado todos los papeles para poder contar con asistencia sanitaria entre otros servicios o educación para Antonina.