Paqui Garrido Morales, que irá a pie a la Romería, afirma que se encomienda cada día a la Virgen de Valme y a Santa Ana bendita
Paqui Garrido Morales lleva prácticamente toda su vida rizando flores para las carretas de la Romería de Valme, y es que desde hace más de 70 años da pellizcos al papel para que luzcan las flores cada Tercer Domingo de Octubre.
Precisamente este año se cumple el centenario desde que se comenzaran a utilizar estas típicas flores de papel para exornar las carretas.
Paqui Garrido es natural de Dos Hermanas, nació aquí, ya que sus padres vinieron hasta la localidad buscando trabajo. Él era de Bornos y su madre de Villamartín. Su padre trabajó en la fábrica de Uralita y su madre en los almacenes de aceituna.
Dado que sus progenitores trabajaban desde pequeña fue a la guardería, a la Sagrada Familia, con Doña Blanca (la cocinera), Sor Presentación, Sor Dolores, Sor Sofía…, según recuerda. Fue hija única.
Siempre ha vivido en la Avenida de Andalucía, «la carretera» para Cádiz. «Antes sólo había coches para allá y para acá y ahora es el centro», indica.
Recuerda con cariño el corral que tenía en casa su padre, con animales como palomos, pollos, conejos… y cuando jugaba en la calle al trompo, a la pelota, al pique…
Guarda también muy buenos recuerdos de la casa de vecinos de María Hidalgo, estaba en El Palmarillo, frente del antiguo cuartel de la Guardia Civil, donde vivía su abuela paterna con sus hijos después de quedarse viuda.
«Allí vivía Pepito Arquellada con sus padres, Rosa con todos sus hijos, la de Montoro… aquello era enorme. Allí me iba yo a jugar. Mi abuela me ponía el velito negro para ir a misa, porque entonces había que ponerse el velo», indica.
Paqui nos cuenta que su abuela era «mucho de Valme», de ahí probablemente venga su devoción.
Con 14 años dejó de estudiar aunque le hubiera gustado ser Enfermera porque le gusta cuidar a los demás. Su madre tenía Alzheimer y tuvo que dejar los estudios para ayudar en casa.
Pero hubo un momento en que Paqui Garrido quiso trabajar. Pese a que, como le decía su padre, no le hacía falta, ella quería ganar su propio dinero para comprar su ajuar. Y, por mediación de su madre, Frasquita, que trabajó en el Almacén de los Torres, ubicado en La Hacendita, entró allí a trabajar como escogedora. «Me daba susto deshuesar me fuera a coger los dedos», nos cuenta.
Allí estuvo trabajando hasta que se quedó embarazada que ya se retiró para cuidar de su hijo y de sus padres.
Paqui Garrido tiene un hijo, Francisco José, que ha heredado el nombre de su madre que a su vez lo hizo de su madre y ésta de la suya… y una hija, Mª Dolores y tres nietos: Francisco, Damián y Rodrigo.
Otra de las tareas que ocupa a Paqui es el reparto del periódico entre sus vecinos y conocidos. También le gusta recortar y archivar aquellas noticias y fotos más destacadas, para tenerlas de recuerdo. Es una fiel lectora de nuestras páginas.
Paqui Garrido contesta nuestras preguntas:
¿Cuándo comenzó a rizar flores de papel?
Pues tendría ocho años, después de hacer la Primera Comunión, que la hice con 7 en la Sagrada Familia, me apuntó mi madre a la carreta de Arias, y desde entonces estoy haciendo flores. Ya no me salen tan bonitas, porque ya esta mano no la tengo muy buena. La de flores que le hago a mi hijo. Y mis amigas. Yo me junto con un grupo de la calle Divina Pastora.
Antiguamente nos reuníamos en la puerta de mi casa, con mis padres, mis vecinas, a partir de julio, más o menos, cuando llegaba el tiempo de hacer flores. Yo me casé y seguí viviendo allí.
Pero desde que murió mi marido, José, nos reunimos allí. Porque de allí eran nuestras amistades ya que él se había criado allí. Toda mi vida con la gente de Divina Pastora. Y hacemos unos eventos preciosos y desde la pandemia, eso es el no va más.
¿Quién le enseñó a hacerlas?
Arias. Me decía que tenía que darle dos pellizquitos, dos vueltas a cada pétalo. Y así empecé. Le preguntaba si lo iba haciendo bien. Y ya me decía que las podía hacer yo sola tranquila en mi casa. También las he montado en el alambre. Metiendo el primero que se dobla en cuatro veces para hacerle el nudito al alambre, que siempre lo hacía José, y ya después le metía las otras tres más.
¿Iba a la Romería montada en una carreta?
Claro. Antes de los 7 años no, pero después iba montada. Si íbamos en la carreta pagábamos y teníamos que hacer las flores. Mi padre, mi madre… todos con Arias.
¿Cómo recuerda esas primeras romerías en las que iba en la carreta de Arias?
Uy, qué bonitas, qué disfrutábamos, qué se cantaba… Iban las carretas llenas. Hoy, van casi todas andando y la carreta va casi vacía las tres o cuatro niñas más pequeñitas. La Romería que pasaba… preciosas. Con mi vestido de flamenca, qué a gusto iba yo… y lo que he disfrutado y lo sigo disfrutando.
Me hartaba de llorar porque yo quería ir o delante con los bueyes o en la parte de atrás pero como era de las pequeñas siempre me ponían en medio. Las mocitas en la calle para hablar con los niños y eso. Y Arias me decía, ya llegará la hora en que te pongas ahí. Arias era muy cariñoso con todos los chiquillos.
Arias era el único que llevaba carreta a cuatro aguas y este año la lleva mi hijo.
Recuerdo las romerías de mi niñez muy bonitas. Mi padre y mi madre todo el camino viéndonos. Cuando llegábamos al Cortijo, como en Bellavista tenía mi padre tantos compañeros de trabajar en la Uralita, íbamos a casa de uno u otro, antes de que tocara la campanita de la Ermita para llamar para la vuelta.
¿Siempre ha ido en carreta?
Bueno, cuando empecé a mocear, ya quería ir en coche de caballos. Pero yo seguía ayudando a la carreta haciendo flores. A raíz de casarme y tener a los niños, resulta que José Manuel Varela, que sacaba carreta, mi niño ya tendría ocho o nueve años, y montaba a mi niño y a mi niña, y le hacía flores a Varela.
A partir de ahí mi hijo se enganchó a la carreta y lleva de carretero… Después empezó a hacer una carreta con su compañero de colegio, Guillermo, y con Miguel Cisma, entonces hacían las carretas en el almacén de Troncoso. Con Guillermo, de primero, segundo y tercero no salían.
Actualmente, hace la carreta con dos o tres matrimonios. La rueda y los faldones lo hacían en casa de nuestra vecina, Anita Salguero, y el techo en el local de mi yerno, en la calle Santiago de Chile. Ángel y él plantean el dibujo, se lo exponen a los demás y ya eligen. La mujer de mi hijo también hizo el diseño de una carreta y ganaron ese año el primer premio.
A mi hijo siempre se le ha dado bien los trabajos manuales, el colegio me costaba trabajito que hiciera los deberes pero las manualidades siempre se le ha dado bien. Su padre era pintor. Y él se iba con su padre para ganarse su dinerito: se compró el Señor del Gran Poder, se sacó el carné de conducir… Después, entró como aprendiz poniendo aluminios que es su profesión actual.
¿Usted también ha hecho diseños de carretas?
No, ahí no me acerco yo. Doy mi opinión sobre los colores y demás.
¿Cuándo se comienzan a hacer las flores para exornar las carretas?
Empezamos siempre cuando pasa la Semana Santa. A casa siempre la traen cortadas. Este año no la han llevado a que la corten con la máquina, las han cortado con tijeras. Cuesta más trabajo, no salen tan bonitas. Y vamos haciendo. Por rema salen cuatro sacos grandes. Yo le llevo a Mª Dolores, a mi vecina Amparo… que las hacen en su casa… a la calle Divina Pastora.
¿Hasta cuándo se están rizando flores?
Como un mes antes de la Romería. A partir de junio están montando ya flores en la carreta. Y cuando termina esto ya estoy aburrida… aunque tengo mis cruzadas.
La unión y la hermandad que se crea haciendo las flores, ¿es lo más positivo?
Claro. Estamos todos a una. Muy «acollarados». Eso es lo que más me gusta. Cuando nos juntamos todos en la calle Divina Pastora, charlamos y nos echamos unas risas. Compartimos. Y José Morilla, el peluquero, ha levantado aquello, tiene la calle revolucionada.
¿Cómo va a vivir esta Romería?
Yo iré a pie si Dios quiere, como lo hago todos los años. La carreta de mi hijo es la número 3. Y voy desde la carreta hasta la carreta de la Virgen. Voy y vengo. Cuando llegamos a Cuarto, se ponen las mesas y comemos. Todos juntos, viene mi hija, los niños… Comemos de todo: filetes, solomillo al whisky, carrillá, carne con tomate… Antes, lo más típico, era el potaje de garbanzos, pero tenía que ir en una olla muy bien cerrada para que no se derramara.
Después de tantos años de Romería, ¿alguna anécdota?
Pues hubo un año que íbamos andando con una mochila, sin carreta ni coche de caballo, ni nada. A la altura de Barranco nos hacíamos «pipí», y tiramos por el Arroyo Culebras y a una se le ocurrió decir: «¡Que viene el rural!» y la mitad corriendo con el traje remangado (risas). Hay cosas muy graciosas del camino. Hemos pasado muy buenos ratos y quiero pasarlos si Dios quiere.
¿Siempre ha tenido devoción a la Virgen de Valme?
Siempre. Desde que mi abuela se vino aquí a vivir con sus hijos ella era muy devota. Ellos se recomendaban a la Virgen de Valme. Y yo desde siempre.
Entonces no salía la Virgen en la carreta como ahora. Pepe Salguero, que era vecino de mi calle, era, en mi niñez, el que subía y bajaba a la Virgen. Ya Pepe murió y subía y bajaba a la Virgen Lozano. Y después de Lozano, fue Paco Burgos, …
¿Qué significa para usted la Virgen de Valme?
Me encomiendo a Ella cada vez que tengo algo. Le pido que me cuide, que cuide a mis hijos, a mis nietos… Me encomiendo a Ella siempre, siempre… y a Santa Ana Bendita, no la olvido tampoco, también le pido que cuide de mi casa y que me de una hora corta.
Vengo todos los días. A misa por la mañana, y después voy a ver a Santa Ana y al Señor del Gran Poder.
Paqui Garrido se prepara para una nueva Romería junto a su Virgen de Valme.