Volvemos hoy a la figura de Pepe Collantes y hablaremos un poco de sus gustos. Entre los autores de soleares le gusta el gran Juan Talega, heredero de su tío Joaquín el de la Paula, al que no conoció, entre los de peteneras le gusta especialmente la gitana Pastora Pavón ‘Niña de los Peines’, entre los de alegrías el gitano de Chiclana de la Frontera Rancapino, entre los autores de seguirillas Antonio Mairena, entre los saeteros Caracol, entre los de malagueñas Enrique el Mellizo y entre los de granaínas y media granaínas Vallejo. Todo un gran elenco de grandes del Flamenco que desgrana la voz ronca, de tonos payos pero profundamente flamenca de nuestro biografiado.
Él por otra parte los conoce a todos y ha trabajado con todos. Con Rancapino por ejemplo cantó en dos festivales flamencos Juan Talega de nuestra ciudad pero también lo ha hecho por ejemplo con José Mercé o con el tocaor Manolo el de Huelva con el que actuó en Madrid en la Venta del Gato. Por otra parte le gusta mucho Chocolate, para él uno de los grandes cantaores de todos los tiempos o Pansequito, o Aurora Vargas o Chano Lobato, ese terremoto de Cádiz del que nos cuenta sus numerosas anécdotas o chascarrillos, de tanta fama en el mundo de los flamencos.
Conoció también mucho aparte de Antonio Mairena, lo que ya hemos dicho, a sus hermanos Manuel y Francisco. Por cierto del gran gitano mairenero –de la Mairena del Alcor no de la del Aljarafe-, que vivió en la Plaza de las Flores de este pueblo de los Alcores, en la comarca de la Campiña sevillana, hay que narrar que el mismo contaba que su maestro había sido Manuel Torre aunque había bebido mucho de Joaquín el de la Paula, de su sobrino nuestro gran, y nunca mejor dicho lo de nuestro y lo de grande, Juan Talega y de Tomás y Pastora Pavón, ‘Niña de los Peines’, de la que recopiló los cantes. Ya sabemos que a Antonio Mairena se le concedió la III Llave de Oro del Cante, la Medalla al Mérito del Trabajo, la Medalla de Oro de las Bellas Artes y la consideración de Hijo predilecto de Andalucía a título póstumo.
A su vez es muy curioso contar que antes Pepe Collantes cantaba por Pepe Marchena, siendo este su estilo más peculiar, pero cuando le cambió la voz empezó a cantar por Caracol. Con Pepe Marchena, del que nos contaba su gran entierro Manuel Castro Caro al que esta obra de misericordia le dejó una huella difícilmente borrable por las colgaduras y el ambiente luctuoso que se respiraba en la villa ducal, capital de los duques de Arcos –que no sólo ducal es Osuna-, pasó muchísimos momentos y lo trató mucho Collantes.
También nos cuenta que, según dicen los entendidos, el Flamenco es de los Artes más difíciles que haya y ello lo debe tener en cuenta la administración para subvencionar este Arte mundial en países como Japón –país del Extremo Oriente donde la afición es muy grande-, en China, en Alemania, en Holanda y en otros países. Es de siempre la gran preocupación y la gran demanda de los flamencos, que este Arte sea protegido por las administraciones públicas y que se impartan clases de Flamenco en las escuelas para proteger algo tan nuestro.
En cuanto a un tema que siempre nos preocupa cuando hablamos de este asunto cómo es la diferencia entre los cantaores gitanos y los payos, nos dice que existen de ellos buenos en ambas razas pero que los gitanos tienen una cosa especial que no sabe lo que es, lo que se llama en muchas ocasiones el pellizco.
Otro tema que ha merecido muy especialmente nuestra atención es la opinión de nuestro flamenco sobre los cantaores jóvenes. Él opina que cantan bien pero no respetan en su mayoría la pureza del cante. Nacen sin pellizco. De muchas cantaoras modernas opina que dan muchos gritos. Él piensa que los nuevos flamencos quieren innovar pero para innovar, opina él, hay que hacerlo mejor y si no se hace así no vale para nada. Collantes tiene la idea de que la pureza del cante hay que respetarla siempre. El flamenquito y el flamenco fusión no le interesan nada. No es pues nuestro amigo y biografiado hombre de gustos modernos tan del agrado de mucho de los aficionados, sobre todo gente joven, de hoy en día.
Entre los momentos que Collantes recuerda de su carrera flamenca está por ejemplo una boda de postín que tuvo lugar en Córdoba en la que actuó cantando cantes caracoleros –como dijimos los típicos de Manolo Caracol-, siendo esta actuación un regalo de bodas para los novios. Igualmente nos recuerda que sus contactos han propiciado que paseara una vez por la feria de Sevilla en un coche de caballos del conocido ganadero Fermín Bohórquez Escribano y conociera en esa misma ocasión a un conocido y hasta cierto punto polémico personajes, don Leandro Alfonso de Borbón, hijo de ganancia de Alfonso XIII al que los tribunales le han reconocido el apellido de nuestra dinastía, o que viera desde un balcón la Semana Santa en La Campana sevillana. Es, por tanto, el típico flamenco, de gran familia como hemos dicho ya pues su abuelo el noble don Jesús de Grimarest y Villasís era uno de los grandes prohombres de la Dos Hermanas de fines del XIX y principios del XX y que hizo mucho por nuestra entonces villa. Él ha tenido ocasión de rozarse con otras personas de grandes familias y no sólo de Dos Hermanas y su Arte le ha abierto muchas puertas.
Collantes hoy pasa su vida paseando por Dos Hermanas rodeado de sus numerosos amigos que son de todas las clases sociales y edades. Lo vemos mucho en ‘La Tertulia’, ese templo del saber y de la conversación que se abre en la calle Nuestra Señora de Valme, nuestra entrañable calle Real Sevilla por donde pasan profesionales de todo tipo –funcionarios municipales, abogados, historiadores, bancarios, sanitarios, limpiadoras, infinidad de mujeres nazarenas que lo han hecho lugar de animada tertulia, etc.-o en otros bares como la antigua Peña Bética de la misma calle Real. Él se considera una persona cariñosa y que no presume demasiado aunque se siente muy orgulloso, legítimamente orgulloso de esa gran gesta que fue ganar en el concurso de bulerías de Jerez de la Frontera, lo que dijimos que no había conseguido ningún payo. Ninguno no gitano había llegado tan alto. Se siente, desde luego, orgulloso de ello, muy pero que muy orgulloso. Él recuerda con mucha delectación esta hazaña única.
Mas es hora de hacer ya un resumen más o menos apresurado de la importancia y trayectoria profesional de este gran cantaor nazareno, quizá, y sin quizá, el más importante que ha dado el pueblo junto con Juan Talega, diciendo que nos encontramos con todo un patriarca de este dificilísimo y tan nuestro Arte que es el Flamenco. Es muy importante, y así lo consignamos, que bebió de los grades cantaores antiguos volviéndose él mismo referencia para los jóvenes que han venido después. En nuestra ciudad ha jugado un papel fundamental. Siempre los recordamos actuando en la Peña Juan Talega, en actos de varias instituciones, cantando en el teatro de los Varelas que él es como llama al viejo cine Español, que fue ciertamente del maestro nacional don José Varela Valera. Su dominio de los cantes caracoleros, que presumimos difícil y complicado, le hace tener un lugar de honor en el mundo del Flamenco como intérprete del estilo del gran Manolo Caracol, al que, por cierto, da gusto oír en los trabajos suyos que conservamos.
Por otra parte la gesta tan peculiar, tan única, tan de Collantes, que fue cantar y ganar en el festival de la bulería ante tantos gitanos, en escenario tan privilegiado y tan propio de este Arte como es la gran Jerez de la Frontera, se nos antoja de los mayores retos vencidos por un cantaor nazareno.
El gran Talega, maestro de maestros cultivó en Dos Hermanas los cantes propios de los gitanos. Collantes sin ser gitano les dio una proyección más nacional dentro del mundo del Arte. Ese es acaso su gran mérito.
Se convirtió pues en el gran maestro de nuestro pueblo, heredero directo no sólo de Caracol sino de los cantes de Talega, Marchena, Mairena de todos los cantaores que ha tratado a lo largo de su agitada vida, siempre centrada en este mundo que ha hecho su centro, su santo y seña. Sólo nos queda decir que este pobre artículo va por Pepe Collantes, por el Flamenco y por todos y cada uno de los flamencos nazarenos. Vale.