Pepe Durán: el nazareno que iba para cura, se casó y acabó… en Pernambuco

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Pepe Durán
Pepe y María del Socorro en la plaza de la catedral de Palmares (Brasil).

Aunque vive en Brasil desde 1977, lleva a Dos Hermanas en el corazón, adonde vuelve siempre que puede.

Palmares es una ciudad del estado brasileño de Pernambuco que dista de Dos Hermanas 5.971 kilómetros en línea recta. Hago esta entrevista por “Skype”, y esto es lo primero que le pregunto a José Durán y Durán, el simpático señor que me saluda desde la pantalla del ordenador:

¿Qué hace un nazareno en Pernambuco?

Vivo aquí desde 1977. Aunque ya estoy jubilado, me he llevado 40 años trabajando aquí de diácono.

¿Un diácono es un cura?

Un diácono celebra bodas, bautizos, preside el culto, puede realizar la homilía… pero no da misa ni da la confesión. Y puede ser un hombre casado, como es mi caso.

Comencemos por el principio, porque usted estuvo a punto de ser ordenado sacerdote, ¿no?

Sí, pero se cruzó el amor. Yo estudié en el Ave María, como tantos niños de Dos Hermanas. Fui monaguillo en Santa María Magdalena, recuerdo con mucho cariño a Frasquito el sochantre y al párroco José Ruiz Mantero. Con 12 años me fui al seminario de Pilas. De ahí pasé al Seminario Mayor de Sevilla, donde estudié Filosofía tres años y, para empezar Teología, me fui a Roma, donde estudié cuatro años. Me integré en un movimiento mundial de seminaristas. Estudié Teología en la Universidad Gregoriana y Filosofía en la de Santo Tomás de Aquino.

Y entonces se cruzó con una brasileña que le dejó sin habla…

Sí, María del Socorro Barros, mi actual esposa. Me enamoré. Dios me la colocó en el camino para hacer en mi vida otras realizaciones que ni imaginaba. Y no me ordené sacerdote. ¡Ya tenía hasta asignada una parroquia en Sevilla!

Pepe Durán
Pepe Durán con su esposa y sus hijos Araceli, Felipe y Angeles Dolores.

Supongo que no todos verían con simpatía su decisión.

Cuando volví de Roma, el cardenal Bueno Monreal se puso muy furioso conmigo por no ordenarme sacerdote. “Me has decepcionado, tenía muchas esperanzas puestas en ti”, me dijo. Le contesté que yo no me separaría de la Iglesia, que podía contar conmigo como laico.

¿Qué pasó después?

Nos casamos en 1973 en Su Eminencia y vivimos cuatro años en Rochelambert. Yo hice una reválida como Licenciado en Filosofía y Letras y trabajé de profesor en Pilas y en academias. Nuestra primera hija, Araceli, nació en Sevilla, y el segundo fue engendrado en Sevilla pero ya nació en Brasil, en 1977.

¿Por qué se fueron?

Nosotros pertenecíamos a los Focolares, un movimiento ecuménico extendido por todo el mundo. Nos pusimos a disposición como familia misionera. En un principio íbamos a ir a Africa junto con otro sacerdote, pero este enfermó y entonces nos hicieron la propuesta de ir a Brasil. Mi esposa es natural de Quipapá, muy cerca de Palmares, donde me ordené diácono permanente en 1981, hace de eso 40 años.

¿Qué es para usted Dos Hermanas?

Todo. El amor a las raíces nunca desaparece. Los profesores que tuve plantaron en mí una semilla de amor a Dos Hermanas y a la Humanidad. Tengo un poema que termina así: “…Siempre fui nazareno de Dos Hermanas,/ andaluz, de la Vera Cruz./ Viviendo en Italia, Londres o Brasil, /nazareno siempre seré, por vidas mil”. Cada tres o cuatro años vuelvo y veo a mis familiares. Doy un paseo por la calle Rivas, donde nací. Mi padre era carpintero y entallador, y mi madre, Dolores “La Utrerana”, era costurera. Para mí es lugar santo El Arenal, donde jugaba a bailar el trompo, o Los Jardines, donde tirábamos piedras a las palmeras para que cayeran dátiles.

Pepe Durán
El pequeño Pepe sobre 1956 en la fuente de Los Jardines, con su hábito de Vera Cruz.

¿Qué le gusta y qué no de la Dos Hermanas de hoy?

Me sorprende su crecimiento, lo bien urbanizada que está. En la cuestión religiosa, me impresiona mucho cómo está de decadente. Cuando participo en las misas veo muy disminuido el número de fieles.

¿Un mensaje para los nazarenos?

Les diría que se quejen menos porque son unos privilegiados. Me quedo encantado con la abundancia en que se vive ahí. Aquí hay abusos de todo tipo y grandes necesidades. Busquemos la solidaridad y la felicidad. Pongamos fin al consumo y a la concentración de riquezas. Un pueblo tiene futuro si vive el presente con solidaridad.