Pepe Rubio y Trinidad Terrero: el secreto de 75 años de matrimonio

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Pepe Rubio y Trinidad Terrero
Trinidad Terrero, con 20 años, y Pepe Rubio, con 24, el 1-12-1946, día que se casaron en Santa María Magdalena, hace hoy 75 años.

La agenda se le llena de fiestas a este antiguo panadero: en abril cumple 100 años y hoy celebra con su esposa las Bodas de Brillantes

Mayo de 1939. Los nazarenos celebran el fin de la cruenta Guerra Civil y se preparan para recibir a las carretas del Rocío.  Ella tiene 13 años y los ojos muy azules. Viene sentada, cantando sevillanas con sus primas, en la trasera de una carreta. A él, 17 años recién cumplidos, se le acelera el corazón al saber que hoy volverá a verla.  Le tiene echado el ojo hace tiempo. Ella, cuando viene del campo, pasa a menudo por la esquina de Clemente, donde él vive, aunque nunca han cruzado palabra. Está nervioso. No quiere esperar más. Decide irse en su bici hasta Coria, por donde viene, jaleosa, la Hermandad de Dos Hermanas. Por fin la ve. Cuando sus miradas se cruzan, él se acerca y le suelta once palabras que le quemaban la garganta: “¡Miarma, tú vas a ser la madre de todos mis hijos!”. Y así fue. Se formalizó el noviazgo, no sin antes recibir él esta sabia advertencia de su padre: “Hijo, si vas con buena fe, me darás una alegría muy grande, pero si no, retírate”. Tras siete años de besos a escondidas, José Rubio Agroba (“el que se tragó la escoba”, remata él, guasón) y Trinidad Terrero Gómez (“la que tó se lo come”, apostilla) se dieron el “sí quiero” el 1 de diciembre de 1946 en el altar mayor de Santa María Magdalena.

“El  traje no era nuevo, era de la boda de mi hermana, y después de casarme yo se casó con él mi prima. Así eran las cosas antes, no había dinero. Me peinó Amparito, y me puso dos rosas blancas en el pelo, del mismo ramo que llevaba”. 

Trini me señala las rosas en la  foto de boda (que ilustra este artículo) y les pido que adopten la misma postura, para hacerle la foto 27.375 días después. “El convite lo hicimos en la misma casa donde nos fuimos a vivir con mi madre, frente al Colegio de la Sagrada Familia. Mi hermano se arrancó con algunos cantes y lo pasamos muy bien”, rememora Trini.

Pepe Rubio y Trinidad Terrero
Trinidad y Pepe, en la Misa que se celebró en el Sagrario de la Parroquia de Santa María Magdalena el pasado 1 de diciembre. El próximo 30 de abril, Pepe cumplirá un siglo de vida. Trini cumplirá 96 en enero. FOTOGRAFÏA: FLOREN RUANO.

 “Dos días después nos fuimos a Madrid de luna de miel. Irse a Madrid era una novedad, aquí eso no lo hacía nadie. Me fui con 1.000 pesetas y me volví con 1.500”, dice Pepe. “¿Cómo es eso?”, le pregunto. Y él lo explica: “Como estaba la cosa muy mala, no gastábamos nada por ahorrar, por no saber lo que nos encontraríamos a la vuelta. Tampoco gastamos en alojamiento porque nos quedamos en casa de su hermana. Y un primo mío me regaló 500 pesetas, así que nos volvimos con más dinero del que llevábamos”.

Bondad y cariño

Y los hijos que deseaban llegaron: Miguel en 1948, Paco en 1950 y Carmen en 1960. Tienen 4 nietos y 7 bisnietos. En 1996 celebraron con tarta las Bodas de Oro (50 años de casados) en la Venta Antequera. A estas, a las de los 75 años, no llegan muchos matrimonios, así que poca gente sabe que las denominan “Bodas de Brillantes”. 

Les pregunto el secreto de una vida tan larga juntos, y resulta que el secreto es que no hay secreto: Pepe y Trini encajaron como dos piezas de un puzle. “Siempre nos hemos llevado muy bien”. Su hijo Miguel tercia y me dice que jamás los ha visto enfadados, y Trini ladea la cara y dice que bueno, “que han tenido sus cosillas como todos los matrimonios”. Él destaca de ella su bondad; ella, de él, su carácter cariñoso. 

Harina de estraperlo

Charlar con Pepe y Trini es transitar por un siglo de recuerdos. Él se crio sin madre (murió teniendo él 40 días de vida) y fue cuidado por sus tías. Continuó la profesión de su padre Miguel, “obrero de la panadería”, y más de una vez, ante la falta de harina,  tuvo que esperar a la madrugada a que le entrara un saco de estraperlo. Trini le acompañó siempre en la panadería, despachando. 

Las primeras clientas eran las aceituneras, que a las 6 de la mañana hacían cola para llevarse el pan a los almacenes, para el picadillo de mediodía. Me habla de los bollos, las vienas,  la rosca, la boba, la redonda, los cantos, los molletes y los chulos, “que eran unos bollos sin pico, igual al que comían los soldados”, me explica.

Con los pocos achaques que tienen y si la salud los respeta, Pepe y Trini se van a quedar sin minerales. Dice la wikipedia que tras la de Brillantes vienen las Bodas de Roble, de Mármol, Granito, Ónix y, a los cien años de casados, las de Hueso. No me cabe duda de que también estas las celebrarán. Felicidades y gracias por vuestro ejemplo.