Rafael Heredia Horimoto: el nazareno de Hiroshima que tapea en el Bar Jaula

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Heredia Horimoto
Rafael Moisés Heredia Horimoto.

Hijo de una japonesa y un gitano, vino a Sevilla a pasar un año sabático. Pero la bailaora Eva La Yerbabuena lo vio tocar y lo fichó para su equipo

No es raro verle en el ‘Jaula’ o en ‘La Esquinita de Javier’, mojando pan en una tapa de bacalao con tomate. Aunque nació en Hiroshima (Japón), por las venas de Rafael Moisés Heredia Horimoto corre sangre gitana. Desde hace dos años es un vecino más de la calle Real Utrera. Dejemos que él nos cuente su historia, que parece sacada de una película.

Empecemos por tus padres. ¿Quiénes son y cómo se conocieron?

Mi madre se llama Emi Horimoto, es una bailaora japonesa de 52 años. De joven estuvo en Seatle estudiando idiomas, y como actividad extraescolar iba a flamenco. Entonces se vino tres meses a España para aprender. Recibía clases de Angelita Vargas. Y en una peña flamenca conoció a un percusionista flamenco llamado Jesús Heredia, del que se enamoró. Ese es mi padre.

Pero ella regresó a Japón y él se quedó aquí, ¿no?

Cuando llegó a Japón se dio cuenta de que estaba embarazada. Lo llamó y él se fue para Japón, donde lleva ya 24 años. Tienen una academia de flamenco donde enseñan baile, cante y cajón.

¿Y aquel bebé eras tú?

Sí. Yo tengo 23 años, mi hermana María, 22 y José Andrés, 21.

Heredia Horimoto
Rafael con sus padres (el español Jesús Heredia y la nipona Emi Horimoto) sus dos hermanos y otros amigos en su casa de Japón.

¿Por qué decides venir a España hace cuatro años?

Hice el bachillerato en Japón y quiero estudiar psicología allí. Mi sueño es montar un centro de rehabilitación para personas con problemas mentales. Pero antes quería tomarme un año sabático y me fui a Carmona, a casa de mi tía Yolanda, hermana de mi padre.

¿Y qué hizo tu tía que te cambió la vida?

Colgó en facebook un video en el que se me ve tocando la conga en una fiesta en Japón. Ese video lo ve Eva la Yerbabuena, que siente una intuición, me localiza y me manda llamar a su local de ensayo aquí en Dos Hermanas.

¿Sabías quién era?

¡Claro! Eva y su marido, Paco Jarana, son unas estrellas del flamenco en Japón. Yo estaba muy nervioso.

¿Y qué pasó ese día?

Me quedé siete horas viendo el ensayo, sin hablar. Al final, Eva me dijo: “Me gustas porque no hablaste”. Y me dio una fecha para su espectáculo “Lluvia”, en Zaragoza. Me dijo que ese día yo tocaría el cajón.

«Todavía no pillo cosas del español. Me dijeron que me llevara tres ‘mudas’ y yo pensaba que eran mujeres que no hablan»

¿Me estás diciendo que Eva La Yerbabuena te incorporó a su elenco de artistas sin escucharte tocar?

Sí. Le bastó con el video. Pensé que estaba loca. Solo dos días antes de la actuación en Zaragoza ensayé en su local. Y salió todo bien. Desde entonces me empezó a llamar para bolos, como sustituto de su percusionista. Tras “Lluvia”, vino el espectáculo “Apariencia” y después me incorporé de lleno a “Cuento de azúcar”. Así que sigo con ella cuatro años después. He actuado con ellos en medio mundo.

¿Pero no venías solo a pasar un año sabático?

¡Ya ves, nadie esperaba que ocurriera así! Ahora mismo vivo el presente y gano dinero con mi trabajo. No sé sí volveré. Además me he echado novia, Paula, una bailaora de Pino Montano. La conocí en el confinamiento.

Nada de eso habría ocurrido si no te apasionara el flamenco, ¿no?

Claro, lo he mamado desde pequeño. Con tres años tocaba el cajón con mi familia. Y en la cabeza siempre tengo a Paco de Lucía, sobre todo su disco “Cositas buenas”.

¿Cómo es tu vida aquí?

Muy tranquila. Voy a la plaza de abastos a hacer la compra. Me cocino mis papas guisás con carne. Pero no hay nada como comerse unas papas aliñás en El Jaula o e en el Mesón La Gamba. Cuando hay ensayo con Eva, voy al ensayo, y si no, ensayo solo en un local que he alquilado en La Moneda. Allí tengo todos mis instrumentos. También doy largas caminatas o corro por el campo, en Cantaelgallo.

Con el idioma, bien ¿no? Veo que hablas un andaluz muy fluido.

Bueno, en mi casa de Japón mi padre habla en español y mi madre en japonés, así que bien. Pero aquí he aprendido a base de palos. Un día, para hacer de figurante en una serie, me dijeron que me llevara una chaqueta y tres mudas . “¿Y como encuentro yo ahora tres mudas?” Lo pasé mal hasta que me enteré de que unas mudas no eran mujeres que no hablaban, sino ropa para cambiarse. Como ves, todavía se me escapan cositas del español.

¿Echas de menos a tu familia?

Sí, pero ahora en Navidades he estado en Japón con ellos. Y Paco y Eva son también mis padres. Como personas y artistas se lo debo todo. Manuela, su hija, tiene 25 años, y es como mi hermana. Y con Luis Franco, el padre de Luis, quedo mucho para desayunar. En Dos Hermanas me siento como en casa.