Rafael López: la Semana Santa es la crónica de una tragedia con final feliz

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Rafael López

Con una anécdota ‘misteriosa’ comenzó Rafael López Márquez su pregón de Semana Santa, celebrado el pasado domingo en el Teatro Municipal Juan Rodríguez Romero. Se trataba de una niña que llevó un broche a la Virgen de los Dolores en agradecimiento por la recuperación de su madre de una enfermedad. La historia fue que nadie sabe quién era esa persona porque no se identificó y continúan sin conocer su identidad… Lo único de lo que fueron conscientes es que ella contó el Milagro que hizo la Virgen y que ya se ha convertido en leyenda.

Rafael expuso que Cristo y María son testigos de nuestro propio ser y que pertenecemos a Dios. Además dijo que la “Semana Santa es una llamada, es la crónica de una tragedia con final feliz”.

Con un texto muy depurado y bien escrito, el pregonero afirmó que “Cristo y Nuestra Señora nos hablan sin mediar palabra”.

Narró un momento que vivió con Jesús Cautivo, un día que por casualidad pudo trasladarlo al término de su Besapiés. Contó que le habían comentado que era “imposible dirigirse a Él y aguantarle la mirada”; “y así fue”, apostilló el pregonero y es que nos “pulsas el corazón con sólo mirarte”.

Hizo una reflexión sobre lo opuesta que es la Semana Santa, desde su inicio hasta su fin, desde el Domingo de Ramos en contraposición al Sábado Santo, del júbilo a la tristeza y la pena, la Estrella y la Soledad, el Alfa y el Omega, aunque está claro que “la Fe de la Virgen no tiene fractura” y que “quien murió en el madero es Cristo Resucitado”.

Contó sus comienzos como cofrade, en la Iglesia de Santa María Magdalena, a la que pertenecía como monaguillo. Él y sus compañeros “formaron” una “hermandad ficticia” pero que fue el germen para que se integraran, de la mano de José ‘el del Quito’, en la Sacramental. En ese momento aprovechó para hacer referencia a las agrupaciones parroquiales y grupos de jóvenes que quieren convertirse en hermandad como Carmen y Prendimiento, Angustias, Tres Caídas, Dulce Nombre y Pilar en su Mayor Dolor de Montequinto.

Dedicó bellas palabras a los Titulares de las hermandades, de Gloria, Penitencia y Sacramental, nazarenas y resaltamos frases como que “Gran Poder es de la noche, el día”, “Divina Pastora refugio en la mañana del Corpus” o “Valme, esperanza celestial que por este pueblo vela”.

Un capítulo especial y emotivo dedicó a su amigo José Juan Rubio Castillero (q.e.p.d.), hermano de Vera-Cruz y al que le dio las gracias por haber aprendido a mirar y ver al Cristo de Vera-Cruz con otros ojos: “busco en Tus ojos cerrados, los ojos abiertos de él”.

También elogió el hecho de que la Amargura llegue a la parroquia del Divino Salvador cada Viernes Santo, como momento de misión evangélica.

Y no se olvidó de la labor social de las hermandades con las donaciones de sangre y la de órganos, esta última, que abandera la Oración en el Huerto, su cofradía.

Las últimas palabras del pregón las dedicó a su hijo Rafa, para que siga siendo un pequeño cofrade con el que continuar viviendo la Semana Santa.

La pluma con la que Rafael López escribió el Pregón sólo puede tener elogios. Sus raíces en la Iglesia, conocimiento de la religión cristiana y vivencias de hermandades quedaron más que patentes en sus palabras. Y, sobre todo, su dicción, su forma de expresarse, con la que, sin lugar a dudas, llegó a los presentes. Quien conoce al pregonero sabe que dio lo mejor de sí para que los nazarenos recibamos la Semana Santa como se merece.