Rafael Martínez Ricardo ‘El Rispo’

0
Rafael Martínez Ricardo

Un novillero de Dos Hermanas

Se trata de Rafael Martínez Ricardo, ‘El Rispo’.  Nace el 11 de abril de 1916 en nuestra ciudad, hijo de los nazarenos José Martínez González y Felisa Ricardo Ponce.  Por su padre, era de la gente de los ‘Rispos’. Su familia la componían, junto con los padres, cinco hermanos: Manuel, José, Felisa, Dolores y él mismo. Vivían en la calle San Alberto -que la tradición, no sabemos hasta que punto cierta, dice que es una de las más antiguas de la ciudad-  número 49. Su padre regentaba una taberna –la llamada del ‘Rispo’- en el Arenal mientras que su madre, criada en la calle Manuel de Falla, vulgo del Pinar, trabajaba como operaria en la fábrica de yute.

Se educa nuestro biografiado en las Escuelas del Ave María por donde pasaron tantos y tantos nazarenos que recibieron la excelente instrucción que se impartía en estos colegios creados por el sacerdote don Andrés Manjón.

El 6 de septiembre de 1950 casó a la edad de 34 años con María Amparo Rodríguez Terrero, de 28 años, natural igualmente de la villa e hija de los a su vez nazarenos Manuel Rodríguez Martín y Francisca Terrero Gómez. La familia era de apodo ‘Cascajeras’ por haber trabajado y vivido su familia en la hacienda de San José de las Cascajeras, propiedad de la familia Ybarra en el término de Coria del Río aunque en el lado del Guadalquivir que linda con el de Dos Hermanas. Su padre trabajaba como mecánico de tractores y su madre, criada también en la calle del Pinar, trabajó, como su futura consuegra, de operaria en la fábrica de yute. En el momento de su boda, la novia habitaba en la calle Aníbal González, vulgo ‘Patomás’, número 19. La familia vivió en sus principios en la calle Rivas, otra de las que dice la persistente tradición que es una de las más antiguas del pueblo junto con San Alberto y Alcoba, y luego compraron la casa de la calle Canario número 13 de la barriada de Nuestra Señora de Valme, conocida por las Casas Baratas, donde vivió y murió nuestro personaje. El matrimonio tuvo cinco hijos: Rafael, que murió pronto, Concepción –que casó con José Luis Pérez Acuña, natural de Dos Hermanas- Rafael -que contrajo matrimonio con Purificación Romero Melero, nacida en Marchena- y Felisa, que permanece soltera.

Pues bien, ofrecidos estos datos familiares, es hora ya de hablar de la vida laboral de Rafael Martínez. Primeramente, desde su niñez, trabajó en el bar de su padre, siguiendo la inveterada costumbre de que los niños ayudaran a sus progenitores en los negocios familiares. Luego, poseyó un camión y  trabajó de camionero. Pero posteriormente, enlazando con la que  sería su afición y, en parte su tarea, empezó a dedicarse a ir de chófer con toreros. Por último, entró con esta misma ocupación al servicio del empresario Juan Borrero Hortal, que tenía grandes intereses en Dos Hermanas y poseía la llamada Huerta Borrero. Aparte se dedicaba a otras labores y, por ejemplo, vendía pisos.  Sus aficiones eran, por supuesto, los toros y después los caballos, el fútbol, la mecánica del automóvil y viajar. Esta quinta inclinación le había llevado a visitar gran parte de España y Francia, en parte acompañando a su jefe el citado Juan Borrero Hortal. En los años treinta y posteriores del pasado siglo fue novillero en este pueblo de buenos curas y malos toreros como dice el viejo decir, lo que no es óbice para que algunos nazarenos no triunfen en el difícil mundo del toro.

Toreó, por ejemplo, en Sevilla y Utrera. Conservamos un cartel de toros de la plaza de Sevilla, propiedad de la Real Maestranza de Caballería y regentada por la Empresa Pagés –en concreto a la sazón por Eduardo Pagés- en que toreó en una ‘gran novillada económica’ en 31 de mayo  de 1936 –nefasto año para la historia de España- . Se lidiaron toros del Conde de la Maza.

El diestro alcalareño Joselito Moreno lidiaría y estoquearía dos utreros en la primera parte. El sobresaliente era Joaquín Trigo y banderilleros Enrique Chaves ‘Enriquillo’, Juan Montaño y Ricardo Cortés ‘Rolo’.

En la segunda los cuatro restantes utreros le corresponderían a Rafael Iniesta, Bartolomé Mena, nuestro biografiado, que llama el cartel Rafael Martínez ‘El Rispo’, y Francisco Correa Montes. Los banderilleros serían Manuel Rodríguez ‘Macareno’, Antonio Pérez ‘Angelete’, Antonio Susoni, Aurelio Echegoyán, Isidoro Rivero ‘Riverito’ y Manuel Pérez ‘Vito’ y el puntillero Emilio Mellado ‘Manteca’. En Utrera   participó en una novillada con toros de Marqués de Albaserrada el año 1950 en que torearon Miguel Báez Espuny ‘El Litri’, Jaime Maraver y Juan Posada. En la fotografía aparece en este evento, siendo el de enmedio de la segunda fila. También toreó con ‘Chaparrejo’ y ‘ Badila’, ambos del pueblo como se ve por los apodos. Por otro lado, sus toreros preferidos eran el citado ‘Litri’ y Gregorio Sánchez. Además le gustaban tanto Juan Belmonte como Joselito ‘El Gallo’. No se podía considerar, pues, ni belmontista ni gallista. Entre las anécdotas que podemos contar de su vida torera, diremos que durante la Guerra Civil se escapó una vaca y él la mató en la calle lo que parece ser que no agradó mucho, no sabemos porque razón, a los italianos acantonados en Dos Hermanas.

Igualmente,  hay que decir  que se formaba una gran algarabía en la vieja calle Rivas cuando se vestía de torero, tarea que solían hacer las hermanas Antonia, María y Mercedes Morán, antiguas panaderas de tan típica vía urbana. Eran tiempos donde la afición a los toros acaso  estuviera más extendida y además estaba en mejor opinión de lo que lo está hoy. Pues bien, vistas sus aficiones podemos acaso decir que era un hombre polifacético y, según los testimonios orales que hemos recogido junto con la documentación, un adelantado a su tiempo. Pero nos interesa ahora centrarnos, siquiera un poco, en su personalidad. Según los testimonios orales que hemos recabado, era considerado una persona noble y generosa. En los malos tiempos repartía lo que podía a los niños de la calle. También le gustaba poner la radio para que se oyera en la calle y los chavales bailarán. A su nietos Rafael Martínez Romero y José Luis Pérez Martínez les intentó por otro lado inculcar el amor al mundo del toro -hoy tan denostado y que no vamos a entrar ni a defender ni mucho menos a atacar-  y con una pequeña muleta les intentaba enseñar a torear.

En cuanto al mundo de sus devociones, a ese mundo de las mentalidades religiosas al que nos solemos referir con frecuencia era hombre creyente pero, por ejemplo, no pertenecía a ninguna cofradía como otros tantos y tantos hijos de Dos Hermanas. Eso si, le gustaba el Valme aunque también le agradaban las demás fiestas de la villa. De hecho llevó a su hija Felisa al nuestra romería de promesa porque Dios, por intercesión de la Virgen, la había curado de una enfermedad. No era, por otro lado, persona nada aficionada a la política. Era, al fin, persona muy reservada para lo suyo. Pero como dice, muy gráficamente, su hija Felisa iba llenando la saca y había un momento que la tenía que romper. En este instante, se sinceraba con ella.

Nuestro biografiado murió con 66 años el 28 de noviembre de 1982, después de una vida sencilla pero no exenta de complicación como muestra sus diversos trabajos y su afición a los toros. Por otra parte, vamos a decir algunas palabras de su esposa. Había recibido su educación de un maestro en San José de las Cascajeras. Ya de adulta su  labor aparte de la propia de la  casa, era el de rayadora de pimientos en León y Cos, famoso e importante almacén de aceitunas de la ciudad donde trabajaba por temporadas. Era mujer muy piadosa que frecuentaba la Parroquia de Nuestra Señora del Rocío y que tenía devoción a varias advocaciones marianas como la Virgen de Valme, la del Rocío, la de Consolación y la Inmaculada Milagrosa a cuya Asociación, dirigida por las Hijas de la Caridad de San Vicente, pertenecía. De hecho, la casa donde habitó el matrimonio está llena de fotografías de las diversas advocaciones cristíferas y marianas de nuestra ciudad. Murió el 18 de diciembre del 2013.

Y acabamos así este mínimo estudio sobre este nazareno, miembro de viejas familias de nuestra ciudad, que desempeñó su papel en nuestra vida local y, muy especialmente, en el mundo del toro, tan unido históricamente a nuestra ciudad, cuna de la dieciochesca ganadería de don Alonso de Rivas.