Se celebran muchas fiestas gastronómicas en las diferentes entidades durante nuestro Carnaval
Continuamos hoy con estas breves reflexiones sobre la Fiesta de Don Carnal en nuestra queridísima Dos Hermanas.
Asombra y maravilla los festivales gastronómicos que acontecen en las diversas asociaciones de vecinos de Dos Hermanas: esa famosa ‘Tarviná’ de Ibarburu –barrio que demuestra que se puede conciliar el Carnaval con el más exquisito cuidado por las innumerables tradiciones religiosas de nuestro pueblo, sean cofradías sean campanitas-, la ‘Chocolatá’ del barrio de la Pólvora –tan castizo-, la ‘Carrillá’ de La Moneda, la ‘Garbanzá’ del CSDC David Rivas, la ‘Filetá’ de la Asociación de Vecinos Cantely, la ‘Camaroná’ del Club Juan Velasco, la ‘Alitá’ del CSDC Fernando Varela y la ‘Croquetá’ del Club Vistazul. Aparte diversas fiestas carnavalescas de toda laya. Puede decirse que, a falta de ostiones y erizos de mar, la imaginación de los nazarenos da para mucho y comemos absolutamente de todo con un espíritu de Don Carnal más que envidiable.
Luego, está el gran número de agrupaciones locales que recorren las calles este año y que dan muestra evidente de la lozanía de la fiesta. Son nada menos que cuatro comparas, un romancero femenino, cuatro chirigotas de adultos, una chirigota juvenil y dos infantiles. En ello han desembocado las que siempre se llamaron en Dos Hermanas murgas, palabra que también utilizaba el fenecido Carnaval sevillano. Y es sintomático que nuestras agrupaciones participen en el importantísimo y famoso Carnaval de Cádiz, en el también muy importante de Carmona, en el de Burguillos, Coria del Río, Gines, Los Palacios o Mairena del Aljarafe. Su extensión da medida de la importancia de la fiesta nazarena.
Pero, vamos, creo que el Carnaval puede con todos sus componentes considerarse una fiesta menor de Dos Hermanas aunque con mucha importancia y yo que me alegro. No es el Valme, la Semana Santa, la cabalgata de Reyes Magos pero podría ponerse en un puesto muy honorable en una ciudad en que se celebra prácticamente todo: romerías, procesiones eucarísticas, letíficas –de gloria para que nos entendamos- y penitenciales, Cruces de Mayo, peregrinaciones, veladas…
Ya he hablado en muchas ocasiones del carácter tan festivo en nuestro pueblo de la fiesta eucarística del Corpus Christi –con sus numerosas procesiones- o de la romería del Rocío, de carácter supracomunal pues agrupa muchísimas comunidades locales, o de la romería de la Virgen de los Ángeles de Montequinto. Con la celebración de las fiestas de Don Carnal demostramos que, a pesar de nuestros problemas como colectividad, sabemos divertirnos al igual que rezamos y nos entregamos a nuestras genuinas fiesta religiosas.
De todas maneras, puede decirse que no es una celebración que en nuestra ciudad alcance el relieve que tiene en Cádiz, Venecia, Río de Janeiro, Ciudad Rodrigo, Santa Cruz de Tenerife, Torreperogil, Carmona o Fuentes de Andalucía por irme a ejemplos internacionales y más locales pero ciertamente tiene su papel y cada vez más importante, de lo cual me congratulo enormemente. Y, por cierto, es curioso que poblaciones tan carnavalescas como Cádiz –con sus fantásticas agrupaciones y su cabalgata-, Carmona –con tres tantos de lo mismo- y Fuentes de Andalucía –donde el disfraz simple y sencillo de una sábana adquiere un virtuosismo excepcional- también tenga gran importancia la Semana Santa, en el caso de Cádiz –ciudad que también posee un fabuloso Corpus Christi- relativamente oscurecida por el Carnaval, a pesar de ser una fiesta la Semana Santa donde se muestra también el Arte –con mayúsculas- de la Tacita de Plata, mostrado en sus pasos, sus imágenes italianas, sus cargadores, etc.etc.
En fin, yo me alegro mucho de que Don Carnal haga de las suyas antes de la entrada severa de Doña Cuaresma, aunque es cierto que si el Carnaval es un disfrute de los sentidos, no lo es menos la Cuaresma y la Semana Santa. En ello, ambas fiestas se dan la mano y así lo ha entendido siempre la Iglesia y nuestra cultura que han puesto el Carnaval como jubiloso preámbulo de las fiestas religiosas que se avecinan. Y quien no lo quiera ver o está ciego o lo que es peor es un malintencionado. Vale.