1980
¿Por qué se iba el señor Blankenstein con un maletín al aeropuerto? Solo había una forma de saberlo: interceptándolo para evitar su huida
La tarde y la noche del sábado 2 de febrero de 1980 se hicieron muy largas en las dependencias de Imprenta Sevillana, empresa radicada en Dos Hermanas (frente a La Motilla) y segunda exportadora de libros de España. Los hechos que relatamos han tenido eco en la prensa nacional. Unos los han calificado de “secuestro” y otros de “invitación” a celebrar una asamblea, pero lo cierto es que varias decenas de policías armados rodearon la fábrica dispuestos a acceder por la fuerza.
La crisis del petróleo
Los ánimos estaban a flor de piel desde hacía un año en esta imprenta nazarena debido a la crisis del petróleo de 1979, que había derrumbado en Francia (el 90 % de lo que imprimen es en francés) la demanda de libros de tapa dura. Unido a la incertidumbre política, el aumento un 25% de la inflación y de los costes salariales, Imprenta Sevillana estaba teniendo problemas para pagar las nóminas de sus 230 empleados. Con este clima de incertidumbre, la llamada de un guarda de seguridad informando al Comité de Empresa de una extraña reunión el sábado por la tarde en las oficinas hizo saltar las alarmas. Estaban reunidos el director, el consejero delegado y una tercera persona sin identificar. Cuando supieron que el consejero (y representante de los accionistas), el conde austriaco Rudolf Blankenstein, abandonaba la empresa con un maletín en dirección al aeropuerto, se interpretó como un cierre patronal y una traición, y no dudaron que huía de España. “Hay que evitar que coja ese avión”, dijeron todos. Y allá que se fueron en varios coches unos 25 empleados, que debieron pisar mucho el acelerador o coger un atajo, pues cuando llegaron al carril de acceso del aeropuerto, el conde aún no había llegado.
A los minutos, al ver llegar su Peugeot azul, se colocaron delante, le obligaron a bajarse y, con algunos empujones, lo “invitaron” contra su voluntad a regresar a Dos Hermanas para explicar sus extraños movimientos. El acompañante del conde, al parecer un primo suyo, empezó a pedir socorro a gritos y se llevó un tortazo que le hizo callar de inmediato y entender que la situación era bastante grave. En el camino de vuelta, alguien llegó a sugerir que el conde fuera lanzado al río.
Mientras tanto, la noticia ha corrido como la pólvora por Dos Hermanas y el personal de la imprenta va llegando para celebrar una asamblea con el alto directivo en el salón de la empresa. La policía, avisada por el primo del conde de un caso de secuestro, rodea la fábrica dispuesta a intervenir. Se han colocado palés en la puerta a modo de barricada para dificultar la entrada.
¿Por qué se va ahora la luz?
Todo se precipita en minutos. Los ánimos están exaltados. Alguien interrumpe el fluido eléctrico, se va la luz y aprovechan la oscuridad para sustraerle el maletín al ofuscado conde. Mientras escuchan las sirenas de la policía, varios empleados salen por una puerta lateral y se van a un piso de la barriada del Rocío para inspeccionar el contenido del maletín. No encuentran nada sospechoso, solo escrituras y talones que hacen añicos, por si acaso. Al regresar, un inspector de policía ha entrado en la imprenta. El conde le dice que no escuche a los empleados, que son unos “caricatos” y estos le acusan de ser un nazi. Finalmente el inspector arranca un acuerdo: se lleva al conde y al día siguiente, con los ánimos más calmados, podrían reunirse con él en el Hotel Colón. Los agentes, que esperaban órdenes para entrar al rescate de Blankenstein, se retiran pero se llevan detenidos a Francisco Peral, Sebastián López, José Maria Lobato, José Domínguez Terroba y Antonio del Toro, miembros todos ellos del Comité de Empresa.
En manos del joven Toscano
No hubo reunión al día siguiente. El conde había desaparecido, lo que deja a los trabajadores con la sensación de haber sido engañados. Los detenidos pasan dos días y dos noches en los calabozos de La Gavidia, de donde salen sin cargos. Informa “ABC” que el alcalde, Manuel Benítez Rufo, y el vicepresidente del PSOE, Alfonso Guerra, han realizado gestiones junto a líderes sindicales para la resolución de este conflicto. Los trabajadores, que se han manifestado estos días para la puesta en libertad de sus compañeros, han vuelto a sus puestos y se han encomendado a los abogados Aurora León (CC.OO.) y Francisco Toscano (UGT) para resolver la situación que en realidad tramaba el conde Blankestein, que no era otra que la suspensión de pagos de Imprenta Sevillana.