“Si el universo es infinito y solo conocemos la Tierra, obvio que hay vida extraterrestre”

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Ana León González

Ana León González se crio en las calles de Dos Hermanas. Hoy vive en Inglaterra, donde trabaja para Airbus en importantes misiones espaciales

Esta joven ingeniera química de 39 años cotiza alto en el mundo aeroespacial. Hace tres años formó parte del equipo que puso en órbita el “Solar Orbiter”, la misión de la Agencia Espacial Europea que, en colaboración con la NASA, fue lanzada para medir algunos fenómenos solares. 

¿Mencionar Dos Hermanas es hablar de tu infancia?

Ahí he pasado mi infancia. Aunque mi madre es nazarena y tiene una consulta de oftalmología en la calle Melliza, siempre hemos vivido en Sevilla. Los fines de semana íbamos a casa de mi abuela, en calle Manuel de Falla, donde coincidíamos todos los primos. Recuerdo jugar con mis primos en la calle y luego ir a comprar chucherías.  

¿Qué estudiaste?

Mi vida estaba destinada a la medicina, porque mis padres son los dos médicos. Pero cuando llegó el momento de decidir, me incliné por estudiar Química. Mi profesora de Química me dijo que no cometiera ese error. “Te abrirá más puertas la Ingeniería Química”, me dijo. Eso hice, y fue un acierto. Los cuatro primeros cursos los estudié en Sevilla, y en 5º me fui a Milán, donde estudié una doble titulación en Ingeniería Ambiental. Entonces me salió un puesto de becaria en Airbus Sevilla. Pero yo me quería ir. El mundo es muy grande para quedarme en el mismo sitio.

Y te fuiste a Alemania…

Me salió un contrato en Airbus en Bremen. Después me hicieron una entrevista en OHB, otra empresa que diseña y fabrica satélites. Con ellos me quedé otros tres años en Bremen, en el Departamento de Materiales. 

¿Trabajaste en alguna misión? 

Sí, en “Exomars”, que iba a llevar el primer robot europeo a Marte.  Era una misión conjunta Europa-Rusia, pero con la guerra aún no se ha podido ejecutar.

¿Qué pasó en 2016? 

Me llamaron desde Airbus, me dijeron que buscaban mi perfil en Inglaterra. Dije que no me interesaba, pero fui a la entrevista, no perdía nada. Y me encantó lo que me ofreció el que luego fue mi jefe, además tuvimos mucha conexión. Era la primera vez que tenía un jefe cercano, que cree en tu potencial y que te escucha. Estoy en todos los proyectos de Ciencias para los que estamos concursando en mi sede como experta de Control de la Contaminación. 

¿En qué consiste ese control?

Los satélites de misiones científicas constan de una plataforma base y de “payloads”. El payload es el equipo que se añade a esa plataforma y que va a desarrollar el objetivo de esa misión. Suelen ser equipos ópticos (como un telescopio) cuyos enemigos son las partículas de polvo y ciertas moléculas químicas. Yo me encargo de que ese payload se instale en sitios específicos y en determinadas condiciones para que no se contamine y esté lo más limpio posible en el momento del lanzamiento. 

Ana León González
Ana León, con bata y mascarilla, inspeccionando el satélite “Solar Orbiter, de cuyo control de contaminación fue la responsable.

Si se deposita polvo, ¿la misión puede fracasar?

Sí, porque si entran partículas o ciertas moléculas en el payload y se depositan en las lentes, estas no se pueden limpiar y el equipo no funcionará durante la misión. Piensa en unas gafas que dejas en una mesa. En dos semanas te las pones y están llenas de polvo, a ver qué tal ves. Por eso, y porque las partículas generan cortocircuitos, todos los satélites en fase de producción se hacen en “Salas Blancas”, con el máximo control posible de contaminación.

¿Esa fue tu responsabilidad en el “Solar Orbiter”?

El “Solar Orbiter” llevaba 10 playloads y yo era la responsable de todos ellos. Esa experiencia de tres años fue muy interesante para mí. Entré en el cohete 24 horas antes del cierre de las puertas, justo una semana antes de su lanzamiento desde Cabo Cañaveral en Florida. Fue muy emocionante.

¿En qué estás ahora? 

Aunque mi trabajo me gusta mucho, necesito cambiar. Me gustan los retos. Siempre hay cosas nuevas. Pronto estaré en Ingeniería de Sistemas y me focalizaré en el proyecto de un satélite para una misión que  se  llama “Vigil”. Va a analizar la meteorología espacial, como las tormentas solares. Se situará en un punto fijo entre la Tierra y el Sol. 

Hablas de retos. ¿Te gustaría trabajar en la NASA?

Si tuviera la oportunidad, me iría. Para mí sería el top.  Pero lo dudo, porque no soy norteamericana.

¿Cómo es tu día a día? 

Yo vivo en Hitchin, entre Cambridge y Londres. Airbus está en Stevenage, y todos los días voy en tren. De 8.30 a 17.30 trabajo, y tres tardes por semana hago pilates: es mi droga particular. Los jueves y viernes suelo tomar algo con mis compañeros de la empresa.

¿Crees que podremos vivir algún día fuera de la Tierra? 

Creo que sí, pero espero que no. Estoy en contra de los asentamientos en la Luna o en Marte. El ser humano no trata bien a este planeta. Nos vamos a la Luna como si fuera nuestra y de nuevo dejaremos allí nuestra basura. ¿Por qué creemos que la Luna es nuestra?

¿Existe la vida extraterrestre? 

Creo que sí. El universo es infinito, con millones de galaxias, y solo conocemos de verdad un planeta. Es obvio que no estamos solos en el universo. Que vengan aquí a la Tierra… eso ya no lo sé.

¿Piensas regresar a España? 

Suelo venir de visita en Navidad y en Feria, pero en el terreno laboral no siento ningún deseo de volver. Por ejemplo, trabajar en el equipo del  “Solar Orbiter” no lo podría haber hecho estando en España. Lo que me dicen mis amigos de aquí no me atrae mucho. Necesito que me guste mi trabajo, y eso en España no estoy segura de que lo vaya a encontrar.