Habría que pensarse mucho organizar un acto en el que se de gracias al Altísimo
Las circunstancias de los tiempos influyen mucho en esta página. De hecho, yo tenía pensado escribir una serie de artículos de tema no religioso. Como saben, dos iban a estar dedicados a Ínigo Afán de Ribera Ybarra, sobrino de mi amiga Concha Ybarra Ybarra y, después, pensaba escribir de nuestro gran torero Antonio Martín Domínguez, ‘Nazaré’, que parece ser que ha roto el maleficio del viejo decir ‘Dos Hermanas, pueblo de buenos curas y malos toreros’, como decía mi querida tita Madrina Ana María Alonso Muñoz, tan importante, para conocer la historia de nuestra parroquia de Santa María Magdalena en el siglo XX. Por otro lado, también, quería hablar de mi primillo Manuel Sánchez Vázquez, Manu Sánchez, excelente cómico y mejor amigo. Pero, todos estos temas, tengo que posponerlos. Y, hoy, en principio, quería hablar sobre los dioses venerados por los habitantes de Dos Hermanas, sea el único Dios verdadero de los cristianos, sea el Buda –que, al parecer, nunca paso por la cabeza de Buda considerarse Dios- o Mara, dios de la destrucción, que quería impedir que Buda alcanzara la iluminación, entre los budistas. O, sea Amaterasu, la diosa del Sol, entre los sintoístas, antepasada de la casa real del Japón o Brahma, Vishnú, Shiva, Parvati –esposa de Shiva- o Kali, entre los hinduistas. O, sea también los dioses de los indios americanos hoy cristianizados: ese Señor de la Vida de los iroqueses- que, para mí, tiene resonancias bíblicas-, el Manitú de los algonquinos, el Wakan Tanka de los sioux, el Viracocha y la Pachamama de los quechuas, el Tlaloc, el Quetzalcoatl, el Tezcatlipoca y la Tonatzin -Virgen y Madre como María de los aztecas-. Su templo se elevaba donde hoy el de la Virgen de Guadalupe, gran devoción de Méjico, también venerada en Dos Hermanas en la Parroquia Mayor de Santa María Magdalena y en la Parroquia de Nuestra Señora de la Oliva, junto con el indio San Juan Diego, etc. etc. Pero no, hoy voy a hablar de otro tema. Sólo tengo un simple título de Teología a distancia y no quiero hablar de teología católica, cuanto más de teología de otras religiones del orbe. Lo dejo para explicárselo a mis alumnos.
Verán ustedes. Conozco a Antonio Burgos Belinchón y a su esposa Isabel. Desde aquí a él y a ella y, de camino, a Curro Romero y a Carmen Tello los felicito por el título de hijos predilectos de Andalucía, concedido a ambos. Creo que se lo merecen. Como es sabido, tengo una gran amistad con las dos hermanas de Antonio, Fina y Pilar, con las que me une sobre todo la devoción a la Blanca Paloma, a la Virgen del Rocío. Antonio ha escrito el 21 de marzo un artículo en el ABC sobre el ‘Vaticano juega a los pasitos’. El ABC, como ustedes comprenderán, es el periódico de mi casa, casa católica y monárquica a machamartillo. Nosotros, siempre hemos sido del rey, aunque, como es sabido, hemos sido tolerantes con todos. De ello, mi abuelo, Antonio Alonso Madueño, dio buen ejemplo en los tiempos difíciles en que, siendo capataz de Cuarto, salvo de la quema la Ermita de Nuestra Señora de Valme en el Real Sitio, y protegió a los izquierdistas por un lado y al marqués de Monteflorido por otro. Pues bien, Antonio Burgos, en su artículo, venía a decir, lo inconveniente, que era una procesión extraordinaria en verano en sustitución de la Semana Santa, que se da por perdida. Aunque la bendijera Roma y el cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Hay que sopesarlo todo. Yo no soy un tonto de capirote ni un friki de capirote. Todo lo más soy lo de siempre, un capillita. Yo soy un cristiano. Como tal, tengo mis categorías respecto a las procesiones.
Por supuesto, lo que valoro más son las procesiones eucarísticas. Para mí, lo que llaman los franceses la Fête-Dieu, el día del Señor en Umbrete –que saca su Corpus Christi el domingo de la Transfiguración del Señor, en pleno agosto- o, más comúnmente el Corpus Christi es, por supuesto el día más grande del año. Después, lo que más me gusta, son las romerías o romeritos –mi Valme, mi Rocío, mi romería de la Pastora de Cantillana, mi fiesta de la Subida de la Asunción de Cantillana, mi Cuatrovitas, mi romería de los Ángeles de Montequinto, mi San Isidro de Los Palacios y Villafranca de la Marisma, mi Fátima de Utrera, mi Montemayor- y, por supuesto, mis procesiones de gloria –las de Dos Hermanas y, cómo no, la procesión de mi madrina, -como llama mi amigo Carlos López Bravo a su Virgen del Amparo- la Alegría de San Bartolomé, mi Virgen de Consolación de Utrera y, tantas y tantas, que sería una lista interminable.
Después, vienen para mí las de penitencia. Para mí, es tan luctuoso lo que se conmemora en Semana Santa que, por más que disfrute, en esta fiesta, por más Semanas Santas que haya visto, me identifico tanto con los sufrimientos de la Pasión que me emociono y muchas veces lloro. De ahí, que, para mí, sea la celebración religiosa que menos prefiera. Y puedo contar experiencias en muchas ciudades. Y eso, que nunca, he pasado la Semana Santa en mi casa de Puerto de Béjar en Salamanca y tan sólo, en parte, en mi casa del Rocío cuando salía en mis cofradías del Gran Poder y de la Soledad de Almonte, de la que fui refundador.
En cuanto a lo de lo oportuno de una extraordinaria, a mí, me gustan, desde el momento, que me permiten ver lo que no veo en Semana Santa. Ahora bien, yo cumplo con los tiempos litúrgicos y, siempre, antes de irme a verlas contemplo las de gloria, las viejas patronas de las collaciones en muchos casos en Sevilla o, en nuestra ciudad, en nuestra Dos Hermanas que cada vez las cuida más. Vean sino el caso de la Virgen del Rosario de la Oración en el Huerto.
Otro asunto son las ilegales. Yo he luchado siempre por desterrarlas y, en Dos Hermanas, prácticamente lo he conseguido. Hoy las Tres Caídas y Misericordia son florecientes agrupaciones y nadie recuerda su origen ilegal. Van por buen camino y residen en parroquias. Me gusta pensar que he podido contribuir a ello. Tienen todo mi apoyo. En Sevilla también otras están entrando en las Parroquias y saliendo en Cuaresma. No es ningún problema. En Portugal y en Italia, los domingos cuaresmales son penitenciales y no pasa absolutamente nada. En Lisboa el Señor de los Pasos sale el segundo domingo de Cuaresma y asiste el Cardenal Manuel José de Nascimento Clemente y el Presidente de la República Marcelo Rebelo de Sousa.
Pero bien, sin trasladar la Semana Santa al verano, lo que sería una alcaldada y de las gordas, sería preciso que saliera, en acción de gracias, una vez acabara este cataclismo, que se ha abatido sobre los hombres, una procesión con las imágenes de más devoción de cada ciudad. No se trata de sacar todos los pasos. Yo opino que sólo las imágenes de más devoción. Entre ellas, estarían las no penitenciales. En Dos Hermanas, debería salir, por supuesto, la Virgen de Valme y no nos debemos dejar atrás a su Bendita Madre y debería procesionar Santa Ana. Yo, tampoco, me dejaría atrás al Cristo de la Vera-Cruz y, por fin, acaso a San Sebastián. Con estas cuatro imágenes, se resumiría la devoción de un pueblo. Son iconos que han librado al pueblo en fiebres, pestes, sequías, etc. No sería preciso sacar otras efigies de Cristo o de María. Bastan con estas cuatro y se evitaría una Semana Santa fuera de fecha. Mas me gustaría opinar sobre lo que se debe hacer en mi querido Almonte. Yo creo que se podría celebrar la romería aunque fuera de fecha. Antes se celebraba el 17 de septiembre, día en que se festejaba el Dulce Nombre de María que hoy cae en 12 del mismo mes, o el 8 de septiembre, día en que se celebra la Natividad de Nuestra Señora. Son tantos los pueblos rocieros que celebran su fiesta patronal el 12 –los menos- o el 8, que, habría que buscar una fecha, que no fuera ninguna de estas dos. Si no se celebra la romería, por lo menos que saliera una procesión extraordinaria con el patrón San Pedro, la Virgen y el Corazón de Jesús, devoción de las grandes de Almonte, como bien saben los curas y Candelaria Morales Lagares, su fiel devota.
Pero queda Sevilla. Yo creo, como Burgos, que es un despropósito sacar la Semana Santa en verano. Pero, se debe hacer, una procesión magna con imágenes que sean de las más devotas de la ciudad. Por supuesto, hablo de la Virgen de los Reyes y el Gran Poder. También, me gustaría que sacaran a las Santas Justa y Rufina. Como patrona de la corporación municipal, también debería ir la Hiniesta. Pero, desde luego, no soy demasiado partidario que se repitan y salgan dos imágenes marianas. Sacarlas está en la mano de los sevillanos y sobre todo del prelado. Yo soy nazareno y no puedo opinar tanto.
En fin, acabo. Ahora no me preocupan las procesiones. Sólo pienso en lo que pasa en el mundo. Creo que estamos en una situación que puede ser apocalíptica. La naturaleza está con dolores de parto, diría San Pablo. Algo está pasando y, ojalá, se nos abran los ojos y podamos ver lo que acontece y seamos todos invitados al banquete de bodas del, cómo dicen las coplas de mi hermandad de la Quinta Angustia, más límpido Cordero.