Los dos pueblos han mantenido una posiblemente leve rivalidad
Soy consciente de que ya he hablado ‘in illo tempore’ de la relación de nuestra ciudad de Dos Hermanas con la vecina ciudad de Alcalá de Guadaira. Los contactos han sido muy frecuentes y llenan nuestra historia desde hace siglos.
Siempre ha existido una cierta rivalidad que, en mi opinión, ha sido leve no como en otras localidades donde se nota más el enfrentamiento entre dos vecinas. Ciertamente, Dos Hermanas, históricamente, ha tirado más hacia Utrera, la cabeza de partido, y posiblemente por el amor y devoción tan grande de los nazarenos a la patrona de esta última ciudad, la Virgen de Consolación, aparte de por otras razones que no viene al caso nombrar. También las relaciones han sido muy estrechas con Los Palacios y Villafranca e incluso con Coria del Río, sobre todo, con esta última por el Rocío. No hay que olvidar que la hermandad nazarena de la Patrona de Almonte pasa por el río Guadalquivir en Coria del Río, desde el mandato del hermano mayor Manuel Jurado Castillo, un ‘Rubiochele’.
Mas lo que mayormente nos interesa son las relaciones con Alcalá de los Panaderos.
Hay que decir, en primer lugar, que existen motes o decires de una población u otra en ambos pueblos. Por una parte, los alcalareños nos llamaban mayetos –de desmayados- porque íbamos a comprar el pan a Alcalá. Claramente, era un apodo despectivo. Por otra parte, en Dos Hermanas se decía –y se dice- un decir también de puro menosprecio. Éste es: “De Alcalá agua y pan, de lo demás ná”. Pero, en realidad, no ha existido una clara animadversión entre ambas ciudades. Se puede testimoniar y demostrar de muy diversas formas.
Por un lado, y remontándonos a tiempos pretéritos, hay que fijarse en los asuntos religiosos de ambas ciudades. En primer lugar, hay que decir que, en Dos Hermanas, se ha volcado su piedad también con la Virgen del Águila –antes del Castillo- celestial Patrona de Alcalá de Guadaíra aunque menos, por razones históricas y meramente piadosas, que con la ya mencionada Virgen de Consolación de Utrera.
Además, en el convento de Nuestra Señora de los Ángeles, vulgo San Francisco, de Hermanos Menores Observantes, es decir, Franciscanos Observantes, se decían misas encargadas por los nazarenos lo cual está documentado. Hay que recordar que Alcalá tenía otros dos conventos masculinos, uno el de Nuestra Señora del Carmen de Carmelitas de la Antigua Observancia, cuya iglesia sirvió al Colegio de Nuestra Señora del Águila de la Congregación de San Francisco de Sales, fundada por San Juan Bosco, vulgo Salesianos, que se han ido hace poco del citado centro educativo; y el otro el Hospital de San Ildefonso, vulgo San Juan de los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios, hoy ayuntamiento de la ciudad. Aparte, está el único convento de clausura femenino el de Santa Clara, de las Damas Pobres, vulgo Clarisas, rama femenina y segunda orden de la Orden de San Francisco. Y de este cenobio también tengo que hablar pues parece ser que profesaron en él monjas de familia nazarena. En efecto, en él –no estoy seguro- profesó como monja de velo negro o de coro –corista como se decía- doña María del Águila Ruiz cuyo expediente de profesión entre 1859 y 1863 he estudiado en tiempos. Cumplía todos los requisitos y tenía todos los permisos para profesar pero no sé si lo hizo. No llego a tanto. Lo que sí es seguro es que era de familia nazarena. Su padre era el carpintero alcalareño Antonio Ruiz y su madre María Josefa Fernández natural de nuestra entonces villa. Sus abuelos por parte paterna eran Nicolás Ruiz, natural de Écija y Catalina Rubio, natural de Fuentes de Andalucía. Por parte materna, eran Alonso José Fernández, nazareno, y Librada Muñoz, natural de Sevilla, concretamente de Triana que es Sevilla pero no es Sevilla. Es otra realidad tales son las peculiaridades del citado arrabal. Pues bien, como se ve, un abuelo era de Dos Hermanas. Pero hay más, dos discretas –llamadas así porque se deseaba que tuvieran discreción- de la clavería –o gobierno- de esta casa de monjas tenían apellidos que podrían ser de Dos Hermanas. Se trataba de Sor Mariana de la Concepción Sánchez Claros y Sor María de la Soledad Mexías. Pues bien, como es conocido, Claros y Mejías son apellidos, entre otros muchos, típicamente nazarenos. Yo no afirmo nada, sencillamente digo que es una hipótesis que fueran de sangre de nuestro pueblo pero, verdaderamente, lo ignoro.
Pero dejo ya el tema religioso, bastante importante para centrarme en otros temas, concretamente en el campo. De familias nazarenas han sido varias fincas como Las Cañaillas, que era del farmacéutico, que, aunque no era de Dos Hermanas, vivió en ella don Juan Luis Sánchez López o Mirabel, que era del médico nazareno y antiguo alcalde de Dos Hermanas, amén de hermano mayor de Santa Ana entre otros cargos, don Manuel Rivero Monterior. También había capataces de Dos Hermanas en las fincas alcalareñas. Sólo citaré a Juan Rodríguez Alfaro, capataz de Maestre Carretillas, propiedad de la noble familia sevillana de los Maestres, una de las más encumbradas de la capital de Andalucía, de Sevilla.
Por otro lado, aparte de comprar los nazarenos el pan en Alcalá, varias familias de panaderos de la vecina ciudad se establecieron entre nosotros, como es el caso del matrimonio formado por Antonio Gómez Araujo y Ana Pérez Muñoz que compraron la antigua panadería de Pilongo en la calle Lope de Vega, que los mayores todavía denominaban Segismundo Moret o la Cañada. La hija de este matrimonio, Trinidad Gómez Pérez es una conocida y reputada pintora, presidente del Colectivo Artístico Ventana Plástica.
También debo citar las relaciones que hubo en el campo educativo puesto que, un grupo de niños nazarenos, estudió en el ya nombrado Colegio de Nuestra Señora del Águila de los Salesianos de la vecina ciudad. No quiero nombrar a todos porque seguramente me voy a olvidar algunos pero, sólo diré que tanto mi padre, Manuel Calderón Martín –natural de Puerto de Béjar pero residente en nuestro pueblo-, como yo estuvimos un tiempo en el citado colegio, concretamente el que escribe permaneció en él tres años desde quinto a séptimo de Primaria. Se me va a permitir decir que mis recuerdos de mi colegio alcalareño son muy buenos. A mí me llamaba la atención que los Salesianos atendían a niños de todas las clases sociales del Alcalá de la época –hablo de los años setenta- y lo mismo te encontrabas con niños de las más humildes familias de la ciudad que niños de las más encopetadas familias de la calle de la Mina, principal de Alcalá. A la vez, hay que decir –por la influencia que tuvieron en nuestra educación y en la formación de nuestra personalidad-, que los religiosos de la época eran en su mayoría opuestos al régimen del General Franco lo que no ocultaban en absoluto, imbuyéndonos a nosotros –los niños de varios pueblos- de un espíritu democrático muy loable y apreciable. Ello, al igual que a mis compañeros de Alcalá de Guadaíra, Dos Hermanas, Mairena del Alcor o Torreblanca –barrio de Sevilla- nos dejó honda huella, lo cual les agradezco.
Por otro lado, igualmente existe relación entre la nobleza de ambas villas pero es un tema que actualmente estudia mi amigo y colega el historiador alcalareño Javier Jiménez y yo, en este breve artículo, no puedo tratar.
Por último, diré que existen alcalareños entre nosotros. Bastantes muchachas de Alcalá de Guadaíra casaron en el siglo XX con muchachos de Dos Hermanas. Sólo pondré dos ejemplos pues me son los más conocidos aunque existen más. Bien, se tratan de Alonso López Gómez, que matrimonió con Maruja García Alarcón y su hermano Guillermo que contrajo matrimonio con Carmela Rodríguez Sanabria, perteneciente a una vieja familia de hidalgos de Alcalá de los Panaderos, los Sanabria. Ellos, como es sabido, eran Chamorros, hijos del capataz de Ibarburu Alonso López Luna y de Dolores Gómez Zambruno, hija a su vez del terrateniente y gran almacenista José Gómez Claro y de Ana Zambruno Rivas.
Así pues, podría seguir hablando de las relaciones, más cordiales que opuestas, entre nuestras dos ciudades pero, sirvan estas páginas para estudiar, siquiera someramente, los contactos que han existido –y existen- entre ambas.
Bibliografía
Calderón Alonso, Germán: ‘Una toma de hábito y profesión de una monja clarisa de Santa Clara de Alcalá de Guadaira en el convulso reinado de Isabel II: la de doña María del Águila Ruiz’, en Actas del Congreso Internacional las Clarisas ocho siglos de vida religiosa y cultural (1211-2011). Editado por Manuel Peláez del Rosal y Asociación Hispánica de Estudios Franciscanos, Córdoba 2014. Págs. 99-114.
Idem: ‘Trinidad Gómez Pérez, una pintora de Alcalá que vive en nuestro pueblo’. En El Nazareno, 22-VII-2021. Pág. 13.