Toni Calancha: “El Loco de la Colina me quiso entrevistar, pero no vendo mi vida”

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Toni Calancha
Antonio Calancha Marín nació en 1945 en el seno de una familia de carboneros de Los Palacios. Siempre le gustó el cante y la Marina, y a las dos pasiones se ha dedicado en cuerpo y alma. En la foto, posa con su característica ropa de alegres colores en el patio de su casa, en la barriada de Vistazul.

Fue sargento de la Marina, recibió un tiro en el bazo y es viudo. A sus 78 años sigue disponible para hacer lo que más le gusta: cantar

Parece llegado de otro planeta, pero llegó de Los Palacios. Me recibe sonriente y hospitalario en su patio de la calle Tajo, que parece pintado ex profeso para combinar con su ropa de chillones colores. Toni Calancha es un personaje difícil de describir. El adjetivo «friki» creo que se le queda corto. Le pregunto por lo primero que me sorprendió de él. 

Toni, ¿es verdad que fuiste sargento de la Marina?

Correcto, el «sargento Calancha». Me fui de voluntario con 16 años. Juré bandera y me fui a Cartagena. He navegado en el Juan Sebastián Elcano y el Malaspina.  Fui ascendiendo hasta sargento. Estuve 38 años hasta que un día por poco me matan los marroquíes. Me pegaron un tiro, se me reventó el bazo. También me provocó grietas en el pulmón. Me ingresaron muy grave, tres meses en El Tomillar, pero ya me ves, salí vivo. Me quedó una buena paga.

¿Cuando ocurrió ese percance?

En 1975, cuando Marruecos organizó la Marcha Verde. Yo formaba parte de la tripulación del Plus Ultra, fuimos a El Aaiún y a Villa Cisneros a retirar las tropas españolas que se estaban replegando en el Sahara.

Cuesta imaginarte de sargento…

Era un sargento pacífico, pero tampoco toleraba la indisciplina. Una vez le dije a uno que cogiera el cepillo, me dijo que no y le pegué dos hostias. Cuando la Marcha Verde llevábamos en la bodega requetés, «paracas», y legionarios, todos «engrifaos». Para lidiar con esa gente hay que servir.

Toni Calancha
A la izquierda, el sargento Calancha a bordo del Plus Ultra.

Cuando te recuperaste, ¿te dedicaste al mundo artístico?

Qué va, yo soy artista desde los 14 años. Cantaba flamenco en las tabernas. Mi familia es de artistas, soy primo segundo de Manuel Orta. De niño canté a dúo con mi hermana Mariquita la canción «El matrimonio es un lío», en plan Pimpinela, en el Teatro San Fernando de Sevilla .  

¿Tanto te gustaba el escenario que te escapaste de casa? 

Me escapé con un circo que pasó por Los Palacios, el «Circo Raúl y Rosita», que eran unos trapecistas americanos. Yo cantaba ahí. Dos semanas después, mis hermanos me encontraron en Jerez y me llevaron para casa. 

Pero antes de eso ya te habías escapado otra vez, ¿no? 

Sí, con 14 años me embarqué en un barco de pesca, el «Miguel Ceniza». Dos lanchas marroquinas nos apresaron por captura ilegal y nos llevaron a Casablanca. Estuvimos prisioneros una semana en Agadir. Al pagar la multa, el patrón me preguntó: «Toni, ¿tú vas a dar otra marea?» Y yo contesté: «¡Sí, para Los Palacios!»

En la tarjeta para contratarte, además de tu nombre aparece el título de tu gran éxito, la canción «Colorines». ¿Cómo surgió?

Yo siempre he vestido con muchos colores. La canción la creé antes de entrar en La Marina, aunque la exploté más adelante. Iba andando por Triana, donde me habían contratado para cantar, gastando mis pantalones acampanados de patén. Las mujeres se me quedaban mirando. Alguien dijo: «¡Ahí va el Colorines!» Y compuse la canción. Además, siempre me piden otras dos: «Calancha de mis amores» (dedicado a mi familia) y «Volveré», en recuerdo a una mallorquina de la que me enamoré siendo cabo Primera.

Grabaste un disco, ¿no? 

Sí, me gasté medio millón de pesetas en un estudio para grabarlo. Vendía las copias a 10 euros. Entre eso y las actuaciones (a 1.000 euros) gané dos millones de pesetas. Hice una gira por Extremadura y Mallorca. Cuando llegaba a Mallorca me quitaba la ropa de marinero y me iba a cantar a las salas de fiestas. Fue la época en que canté en el programa de televisión «Ratones Coloraos». Jesús Quintero me pagó 1.000 euros, y a Estrellita de Triana, la otra invitada del programa, 300. Ella se enfadó, pero el Loco dijo que yo era un artista. Me quiso entrevistar, pero yo le dije que no vendía mi vida. «El dinero se va pero las personas se quedan», le dije.

 ¿Todavía cantas? 

Ahora menos, con la pandemia, pero estoy disponible. He cantado en muchas ferias, con Los del Río, con el Gran Simón y Azuquita. Era muy amigo de Bambino, cantaba con él en la caseta de la Feria de Consolación de Utrera. 

¿Cómo te ha ido en el terreno sentimental? 

He sido muy ligón, por la fama. En las casetas me decían: «¡Toni, capullo, queremos un hijo tuyo!». He estado con muchas mujeres, de todas las razas. Tenía un Ford Escort, mis dos pagas, sin hijos y famoso. Una vez me quisieron endosar una barriga, pero yo le dije que no, que soy estéril.

¿Has dicho que cobras dos pagas? 

Sí, la de la Marina y la de viudedad. Soy viudo desde hace 30 años. Con 46 años, en una caseta de feria conocí a Amparo Ruiz Inurria, una gran mujer de la que me enamoré y con quien me casé.  Pero murió joven. Con ella me vine a vivir a Dos Hermanas y aquí me quedé. Casi me siento más nazareno que de Los Palacios.