Tres insignes sevillanos que quisieron mucho a nuestra querida Dos Hermanas (I)

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Pepe Asián

Pepe Asián tenía gran cariño a Dos Hermanas y ayudó en todo lo que pudo a los nazarenos

Hoy el artículo será muy entrañable porque voy a escribir sobre tres grandes amigos, tres grandes sevillanos que amaron mucho a Dos Hermanas y, a su manera, ayudaron a su encubramiento. Los tres han visto reconocidos sus méritos en la ciudad de la Giralda pero no quiero que se diluya en mi recuerdo su trabajo por Dos Hermanas a la que tanto quisieron.

Se trata de tres grandes cofrades: José Luis Asián Cano, José González Isidoro y Juan Martínez Alcalde. El primero, un artista con mayúsculas, se ganó la vida como administrativo pero descolló como vestidor de imágenes, artífice de altares para el culto permanente o efímero, autor de letra gótica, etc. El segundo y el tercero fueron historiadores, sin duda grandes historiadores.

Empezando con el más venerable de ellos, mi gran amigo Pepe Asián, diremos que nació en Sevilla el 20 de diciembre de 1934, hijo de Manuel, natural de Villanueva del Ariscal y Setefilla, natural de Lora. Pepe se crió en la plaza de Zurbarán cabe el hospital del Santo Cristo de los Dolores, vulgo ‘El Pozo Santo’, y después se fue a vivir a las casitas de Amate donde residió hasta que ya muy mayor y enfermo pasó a varias residencias, muriendo en la de la Casa de los Artistas, antiguo palacio del Marqués de Torrenueva, en plena calle Feria frente a San Juan de la Palma, cerca del Señor del Silencio y la Amargura, de la Virgen de Montemayor y la Virgen de la Cabeza y cerca también de su querida Divina Pastora de Santa Marina, hoy en la calle Amparo, a cuya hermandad, tan señera, ayudó tantísimo.

Pepe siempre dijo que no nació en una familia cofrade pero de lo que no cabe la menor duda es que el destino hizo de él uno de los grandes cofrades sevillanos de los siglos XX y XXI, referencia ineludible dentro del mundo artístico cofradiero.

Y no sé como empezar porque Pepe descolló en muchos aspectos. Fue cofrade de la Macarena, los Servitas, la Paz y la Cena y ocupó cargos en los Servitas y en la Cena. En esta última fue esforzado prioste y en la hermandad se respira mucho la huella de Pepe que dejó en ella numerosas muestras de su arte.

Sus grandes devociones fueron la Virgen de los Reyes, la Macarena y los Dolores de los Servitas. Quizá entre las imágenes de Cristo sus grandes devociones eran su Cristo de la Providencia, también de los Servitas, y el Señor de Sevilla, el Gran Poder. Le tenía un gran apego a la patrona de la ciudad, de manera que aunque estuviera fuera hacía siempre por venir a la procesión. En cuanto a la Macarena era pasión lo que tenía por ella. Recuerdo como nos decía que ya le llamaba la atención desde muy chico. Fue todo un gran enamorado de la Virgen. Pero claro también estaban su Dolores y su Soledad de los Servitas a las que tanto quería.

Pero Pepe, que fue un eficaz y eficiente administrativo en los Astilleros, destaca sobre todo y ante todo como vestidor. Vistió a los Dolores y a la Soledad de los Servitas, a la del Patrocinio antigua –la tan recordada ‘Señorita’- a la que puso su inconfundible sello, al Subterráneo de la Cena, a la Hiniesta, a la Madre de Dios de la Palma del Cristo de Burgos, a la de la Palma del Buen Fin, a la Oliva, patrona de Salteras, a la Virgen del Rosario de San Bernardo, antigua del Convento de Santo Domingo de Portaceli de Dominicos, y ocasionalmente a la de Villaviciosa del Santo Entierro, a la Angustia de los Estudiantes, a la de la Soledad de Pilas y a las Angustias de Montoro.

Pero Pepe descolló también por como escribía con letra gótica en cuya ejecución fue un consumado artista al igual que lo fue mi padre Manuel Calderón Martín, de cuyas obras están llenas las casas de hermandades de Dos Hermanas. Pepe ejecutaba por ejemplo el pergamino que se le entregaba a los pregoneros de la Semana Santa de Sevilla.

También pintaba sobre tela siendo el autor de sayas, reposteros y otras obras sobre tela. Pintaba igualmente escayolas o madera. Entre sus obras más famosas se encuentra el retablo de mi hermandad de la Pastora de Santa Marina, realizado por un equipo de hermanos dirigido por él. Otra obra importantísima que realizó fue el diseño de la reja de la Capilla Sacramental del Santuario de la Virgen del Rocío por intermedio del que escribe estas líneas y de ese gran escritor almonteño que es Manuel Ángel López Taillefert, miembro durante muchos años de la junta de gobierno de la hermandad matriz de Almonte. Es una obra espléndida de la que Pepe se sentía muy orgulloso. También diseñó una saya con dibujos de aceitunas para que la luciera la Virgen del Rocío. No pierdo la esperanza de juntar dinero para ejecutarla porque desde luego el diseño no puede ser tan bonito, todo un Asián. Pero Pepe también diseñó bordados para entre otros el taller del antiguo Convento de Santa Isabel, que regían las Filipenses Hijas de María Dolorosa.

Fue un cofrade muy reconocido, enormemente respetado en Sevilla y fuera de ella. La hermandad del Beso de Judas, le otorgó el ‘Olivo de plata’. Recuerdo además un homenaje que se le hizo en el hotel Macarena en el que estuvieron presentes muchísimos cofrades, desde luego la flor y nata del mundo cofradiero sevillano. En él me tocó hablar de Pepe, lo que fue un honor para mí.

Pero el motivo de que Pepe haya salido a estas páginas es su relación con Dos Hermanas que fue mucha e intensa. A las imágenes que vestía hay que añadir dos nazarenas. Durante un tiempo vistió a la Virgen de los Ángeles patrona de Montequinto. Opino, sin reservas, que mientras la vistió él ha sido cuando ha estado mejor vestida por haber caído en las manos de un vestidor expertísimo y ello no quiere decir que ahora no esté bien vestida pero, ciertamente echamos de menos cuando la vestía Pepe que le colocaba por ejemplo el rostrillo.

Y también vistió a la veneradísima Virgen del Carmen de Santa María Magdalena, una de las grandes advocaciones marianas nazarenas. La vistió a mis instancias y por intermedio de el orfebre Manolo de los Ríos ejecutó la corona de la Virgen y del Divino Infante, en plata dorada.

Además Pepe le dio las pautas a la camarera la esforzada Ana Rivas Jurado para vestir a la Virgen. Ella, por cierto, siempre ha mostrado su agradecimiento a Pepe por haber empujado la devoción a la Virgen en el pueblo.

Por otra parte Pepe le tenía una gran devoción a Santa Ana y la Virgen de Valme no perdiéndose sus procesiones.

Pero Pepe ha estado vinculado a muchos nazarenos. En nuestra reunión salían personas de todas las edades, desde los entonces jóvenes –Auxiliadora Macías Díaz, Reyes Ocaña Bedia, Chari, Isabel María García Negrete, Manuel García Negrete, Pepe Rubio Pastor, Ramón de la Campa Carmona, Emilio Díaz Pérez, Javier González Barrientos, Antonio Comas, Jesús López Alfonso, de pseudónimo Jesús Romanov etc. etc.- siguiendo por los niños. Entre estos últimos estaba el todavía joven Curro Moreno Aldea, hoy sacerdote, párroco de Santa María de la Asunción y Santa Bárbara de Écija –una gran parroquia de la archidiócesis- y que ha sido el brillante y sagaz párroco de Nuestra Señora del Amparo y San Fernando de nuestra ciudad o el también joven Francisco Javier Segura Márquez, igualmente brillante y pregonero de la Semana Santa de Sevilla y de las Glorias de esta misma ciudad, entre otros muchísimos pregones, o el capiller de la Pastora de Santa Marina, el alegre Álvaro Martín González. Pero no debemos olvidar a todos los niños, hoy jóvenes, de Dos Hermanas que desde muy niños han tratado a ese gran abuelo que era Pepe. Ahí están para atestiguarlo Pedro Carrasco Postigo, José Molero García, Juanma Borrego Baena, Tomás Hervás Moreno y tantos y tantos chavales, muchos de los cuales forman parte de juntas de gobierno, que han tenido la suerte de conocer y reconocer su magisterio. Yo me acuerdo especialmente de su relación con un gran nazareno, con Manuel Vázquez Lombo. Manolito Lombo salió varias veces con nosotros cuando era un niño. Pepe lo quería mucho y tuvo la suerte de verlo triunfar en su carrera artística como cantante. Recuerdo especialmente que Manolo, que era muy descarado y gracioso, se metía mucho conmigo. Me decía sentencias y cristales y Pepe Asián disfrutaba mucho cuando se ensañaba conmigo. También apreciaba mucho a nuestro gran marino José Manuel Monge Rubio, que desde que era un niño venía conmigo a ver procesiones y que siempre destacó por su discreción siendo indudablemente más maduro de lo que se esperaba de su edad.

Más estaría inconcluso este trabajo si no mencionáramos a los amigos de Pepe de su edad como el escultor Antonio Dubé de Luque, Jesús Creagh, Luis Sampedro y su esposa Pili y tantos y tantos otros. Muchos de sus amigos pertenecían a su animadísima caseta de la Feria de Abril, la llamada ‘Amigos de la Feria Abril’ que yo moteje de guasa ‘Amigos de Pepe Asián’ pues sus amigos jóvenes la invadíamos en cada feria. En ellas pintó el techo y la Pañoleta siendo la decoración toda una obra de arte, una más de las obras de Pepe.

Por último, nos gustaría decir que fue una persona culta, muy aficionado al cine, a la ópera, a la zarzuela, a la canción española, al teatro y durante toda su vida frecuentó el Lope de Vega y el teatro de la Maestranza, amén de otros teatros desaparecidos de la ciudad. En fin, Pepe fue un gran personaje y para todos nosotros un gran maestro. En nuestra reunión había grandes cofrades, buenos o menos buenos historiadores, personas que han ocupado cargos en las cofradías, grandes sevillanos, etc. etc. pero el que destacaba sobremanera era Pepe. De ello todos éramos conscientes. Su influencia sobre nosotros fue muy grande y su vacío ha sido más grande todavía. Afortunadamente a mí me ha quedado el consuelo de que Pepe ha sido reconocido en vida en Sevilla. Con este pequeño artículo sólo quiero que sea reconocido en su querida Dos Hermanas, en nuestra querida Dos Hermanas.