1917
El camino se llenó de jinetes llevando a la grupa bellas mozas de falda almidonada, pañuelo de Manila y alta peineta en la cabeza
Si hubiera que destacar un momento inolvidable en esta romería de 1917 (octava de la historia y segunda de este siglo XX, ya que las dos anteriores a esta se celebraron en 1899 y 1916), ese fue sin duda la entrada de la carreta de la Virgen de Valme en el pueblo, cuando ya era noche cerrada. Desde la Venta Las Palmas, los romeros ya advertían el trémulo resplandor de luces que aguardaba a la comitiva en la calle Marcelo Spínola. Grandes hachones de cera y bengalas adornaban la entrada en Dos Hermanas, así como el paseo de Federico Caro y la calle Real hasta la plaza Alfonso XII, creando un cautivador ambiente de luces y sombras que alcanzaban al rostro de la Santísima Virgen, elevada en su artístico templete.
La comitiva fue recibida con gran entusiasmo tras un intenso día, radiante de luz y colorido, iniciado a las ocho de la mañana con la salida de la Virgen. El camino se llenó de jinetes en lujosas cabalgaduras, muchos de ellos llevando a la grupa bellas mozas de falda almidonada, pañuelo de Manila y alta peineta en la cabeza.
Se apreció un aumento de personas con respecto al año pasado. Al Cortijo de Cuarto llegaron muchos devotos y curiosos de Sevilla y otros pueblos, utilizando para su transporte tanto el tren como la bicicleta.
La misa cantada y el sermón en la ermita estuvo a cargo de Antonio Mañes, beneficiado de la catedral de Sevilla. El Ayuntamiento, que dotó con 150 pesetas la nómina de premios, otorgó el de carretas a la de la señora marquesa viuda de Esquivel y el de mejor pareja a caballo a Juan y Rosita Borrero. La hermandad ya se prepara para la romería de 1918.