1986
La antigua “Venta Rivas”, a las afueras del pueblo, fue ampliada en 1963 y es hoy un gran lugar para comer en Dos Hermanas
Ha cumplido 55 años y ha decidido echarse a un lado para que sean sus hijos los que se encarguen de la venta. Con esfuerzo y muchas horas de trabajo, Venta Manolín se ha hecho un hueco entre los lugares elegidos por los nazarenos para comer.
Ya ha llovido desde aquel 1954 en que compró la ‘Venta La Higuerita’, también conocida por ‘Venta Rivas’ por llamarse Francisco Rivas su dueño.
Era solo un ventorrillo junto a la Huerta del Murciano y un camino de tierra: la carretera Dos Hermanas-Utrera. Ni rastro de la futura barriada de Consolación ni de la fábrica de piensos Pipensa. Todo eso vendría más tarde.
Allí regentó Mercedes, su mujer, una tiendecita de comestibles, mientras que Manolín, en los ratos libres que le permitían las vacas, fue rellenando, con sus burros, una antigua cantera de cal adjunta, donde en 1963 levanta la ‘Venta Manolín’.
Eso de poner tostadas es algo nuevo, de hace cinco años para acá. Como dice Manolín, la venta era un bar “para gente del campo”.
Se servía la misma carne de los animales (conejos, pollos, gallinas, cerdos, terneros) que se criaban en el corral trasero, donde también había un pozo. Hasta venados le traían de las cacerías. Los colgaban del sombrajo de cañas y ahí mismo se despedazaban. En un bidón con leña se hacía la carne a la brasa.
Pero de nada sirve la materia prima si no está bien condimentada. Y es donde entra en acción Mercedes: han cobrado justa fama su menudo, su carrillá, su lengua en salsa y, sobre todo, su carne con tomate. Para chuparse los dedos. Con eso, y con los mantecados al peso, el coñac, la harina, los garbanzos, el chocolate y otros productos de la tienda (todo “fiao”: se paga a final de mes) van tirando.
Hay días en que ni siquiera se cierra por las noches. Bueno, sí que se cierra, pero para la clientela normal. Un golpe en la reja es la señal: “Manolín, tenemos cinco mil pesetas de las nuevas”, le susurran. “Y hasta que no nos las gastemos, ¡no nos vamos!” Son el Gran Silverio, el Rerre, el Niño Arahal, el Perro Paterna, Azuquita, Alfonso Lucena y alguna bailaora. Los clientes que se han dado cuenta del percal, se esperan en la puerta y se cuelan en la fiesta. Comienza el cante, la juerga flamenca. Manolín y sus hijos, que ganan en esa noche lo que en un mes en el bar, apuntan en una lista los güisquis ‘Doble V’, las carnes al ajillo y los chorizos al infierno que van saliendo durante la madrugada hasta completar los mil duros que traían los flamencos. Al alba, antes de llegar los más madrugadores para tomarse un café, los noctámbulos ya han desaparecido y la venta está lista para un nuevo día.
Vienen de Sevilla para verles cortar jamón a pulso
La Venta Manolín ha sido pionera en tener el primer video de Dos Hermanas (un Panasonic comprado en el Ecoín por 178.000 pesetas),en el que hace unos dias se pudo ver la película ‘Rambo II’ . Otro de sus reclamos son sus excelentes jamones, que suministra la marca extremeña ‘Resti Sánchez’. Manolín y sus hijos se han convertido en expertos cortadores de jamón a pulso (con la pata colgada en el techo) hasta el punto de que clientes de Sevilla vienen solo para verlos cortar.
El vaquero, la esposa y un tío que vino de Elche
Manuel Jímenez Martínez, ‘Manolín’
Nació en Dos Hermanas en 1931. Su familia (los “Carrillo”) se dedicaba a las vacas. Con un burro, vendían leche, vino y otros alimentos por los cortijos. A Manuel lo conocían por “Machín”, de lo moreno que estaba de andar por los caminos. Compró la vieja venta en 1954 e inauguró la nueva en 1963. Dicen de él que es generoso.
Mercedes Rebollo Andreu
Natural de Elche. Un hermano de su abuelo era el famoso Doctor Andreu, el de las pastillas para la tos. Llegó a Dos Hermanas tras la guerra, de la mano de su tío Domingo, con quien se crió. Tuvo con Manuel 4 hijos: Juan, Manuel, Pascual y Fernando. Su destreza en la cocina es el gran secreto de la Venta Manolín.
Domingo Andreu Belmonte
Se hizo cargo de la crianza de su sobrina Mercedes, ya que su hermano tenía 11 hijos. Cuentan de él que era novio de Dolores Ibárruri “La Pasionaria”, con la que se negó a salir exiliado fuera de España. Al acabar la guerra, llega aquí con su sobrina y colabora en todo en la venta. También vendía productos con una carroza.