1975
Con este provocador nombre y con sus aires hippis, cinco jóvenes nazarenos enganchan al público con sus directos
Aunque la madre de Lin, cuando ensayan en la azotea, les grita que se callen ya “con el son de los perros pegaos”, lo cierto es que el grupo «Yerba» ha levantado pasiones, y no solo en Dos Hermanas. El pasado sábado abarrotaron el Cine Español en un espléndido concierto, y hace tiempo que ya no dan abasto. Los reclaman en ferias y verbenas. La última noche empezaron tocando en Álora (Málaga) y terminaron en Fuente de Cantos (Badajoz).
Desde sus inicios, en 1974, no pasaron desapercibidos: a unos les parecía que «Yerba» era un nombre potente y disruptivo; a otros, demasiado provocador. «Cambiaros de nombre», les pedía su representante, José Luis Ramos, al que le resultaba difícil su contratación.
Pero sus aires hippies, sus pantalones de campana, sus camisas a rayas, y sobre todo, su buena música, con soberbias actuaciones, a veces con canciones improvisadas, han cautivado a la nueva generación de jóvenes que irrumpe con fuerza en estos últimos años del franquismo.
Guitarra a ditas en el Cala
«Yerba» lo componen cinco nazarenos: Manuel Díaz «Lin» (voz), Manuel López (guitarra y voz), Juan Carlos Nieto «el Mati» (batería), Alfredo García (bajista) y Ángel Ramiro Blanco (teclista). Se aficionaron a la música en el Salón Ideal, donde los domingos por la tarde la juventud nazarena huía del aburrimiento y movía el esqueleto con música en directo.
López se compró una guitarra a ditas en la tienda de Bienvenido Cala y el Mati experimentaba percusión en casa, primero con los aros de una pandereta, y después tocando el tambor en una banda. Lin, con su afinada voz, ya cantaba en «Five Oclock», otro grupo nazareno que existió entre 1970 y 1973. Eran los mismos componentes excepto el batería, Manuel Martín Reina. Cuando este se marchó, entró «El Mati» y a alguien se le ocurrió entonces llamar al grupo «Yerba». No la del campo, precisamente.
Dos jóvenes de Sevilla, Raimundo Amador y Kiko Veneno, quisieron conocerlos y venían a ensayar con ellos todas las noches
El grupo nació sin pretensiones lucrativas. Tocaban por pura diversión, por gusto, en la misma onda que «Los Átomos» o «Flash», otros grupos nazarenos de esos años, y lejos del profesionalismo de «Los Bécquer» o «Los Gavilanes», que funcionaban más como orquestas.
Rodeados de tornos, comenzaron a ensayar en un taller mecánico en el cruce de las calles Purísima Concepción y Nuestra Señora del Carmen. Su música llamó la atención de dos jovencitos, llamados Raimundo Amador y Kiko Veneno, que venían de Sevilla todas las noches en un cuatro latas y ensayaban con ellos. Poco después sacarían su primer disco.
Ahora ensayan en el local de una antigua panadería que han alquilado en la calle Calderón de la Barca. Aquello se llena de amigos y no hay noche en que los ensayos no se conviertan en una fiesta. «Yerba» se ha desmadrado. Ya no son unos amigos que se reúnen para tocar. Ahora se sienten músicos y disfrutan el el escenario.
En el último Santiago fueron la gran atracción en la caseta «Los del Miércoles», y el concierto del Cine Español fue emitido en la emisora de radio «La Voz del Guadalquivir». De marzo a septiembre han tocado en todas las ferias y apenas han parado en casa para cambiarse de ropa. Primero en el «Seíta» de Blanco, después en el 127 de Lin, «Yerba» se ha echado a la carretera. Cinco jóvenes músicos de Dos Hermanas enamorados de la música, a los que les sonríe la vida y dispuestos a exprimir esta experiencia. ¡Mucha suerte, «Yerba»! ¡Y cuidado por esas carreteras!